XXI.   FLORILEGIO MARIANO

 

En este último capítulo dedicado a la Virgen, está “resumida” la ciencia de los santos, por así decirlo. Confío en Dios y espero, que una sola frase, o hecho referente a la bienaventurada “Madre de Dios”, nos llene de gozo e inflame de amor y ardiente celo por la gloria de su Hijo. 

A

ABANDONO:

 

“Quien se abandona a María, queda confortado en todos sus afanes, aliviado en toda su pena y tribulación y vence todas las tentaciones”. (Santa María Magdalena de Pazzis)

 

ABOGADA:

 

“Que puede faltar al hombre que tiene a María por omnipotente abogada ante el Dios omnipotente”. (San Lorenzo)

 

“Te saludamos agradecidos, porque, causas que Tú defiendes como Abogada, son causas que se pueden dar ya por ganadas”. (Ricardo de San Lorenzo)

 

ACCIÓN DE GRACIAS:

 

“¡Oh Virgen y Señora Madre de Dios! Tú ciertamente, no cesas de mirarnos como Madre; pero, como amante de los hijos. Siempre inclinada al amor, nos repartes tus dones, salvándonos, defendiéndonos siempre... Nosotros te damos gracias por ellos, pregonamos tus mercedes, no guardamos en secreto tus beneficios, cantamos en voz alta tus maravillas, alabamos tu solicitud, elogiamos tu providencia, celebramos en himnos tu amparo, recomendamos tu misericordia, y en cuanto a lo pasado, recordando tus inmensas dádivas y los muchos peligros de que nos libraste, te ofrecemos, como debido, este cántico de gracias, que de ningún modo igualará a tus beneficios”. (San Efrén)

 

ADMIRABLE:

 

“¿Quién no se llenará de admiración ante ti? Tú eres firme protección, refugio seguro, intercesión vigilante, salvación perenne, auxilio indeficiente, socorro inmutable, sólida muralla, tesoro de delicias, paraíso irreprensible, fortaleza inexpugnable (2 S 22,2), trinchera protegida, fuerte torre de defensa, puerto de refugio en la tempestad, sosiego para los que están agitados, garantía de perdón (Hb 7, 22) para los pecadores, confianza de los desesperados, reconciliación de los enemistados, ayuda para los que han sido condenados, bendición (Ef 1,3) de quienes han sufrido una maldición, rocío para la aridez del alma, gota de agua para la yerba marchita, pues según está escrito, por medio de ti “nuestros huesos florecerán como un prado (Is 16, 14)”. (San Germán de Constantinopla)

 

AGONÍA:

 

Cuando le anuncian a San Juan de Ávila que está próxima su muerte, dice mirando a una imagen de Nuestra Señora: “Acuérdate; Virgen Madre, estando delante de Dios, de interceder por mí al Señor”.

 

Narran sus biógrafos que Santa Teresa del Niño Jesús “poco antes de morir abre los ojos y los fija con brillante expresión de paz celestial y de indecible felicidad, un poco más arriba de la imagen de María”.

 

Santa María Goretti, mártir de su pureza, herida de muerte por su rechazado pretendiente dice: “Llevadme a la cama, porque quiero estar más cerca de Nuestra Señora”. Recibe la medalla de Hija de María, la besa sonriente y muere con los ojos fijos en un cuadro de la Virgen, mientras repite varias veces con plena lucidez: “Nuestra Señora me espera, Nuestra Señora me espera”.

 

“El moribundo que tiene a su favor la intercesión de María, podrá decir la frase del Salmo 22: “Aunque camine por valles oscuros no temeré, porque tú vas conmigo” (San Alfonso María de Ligorio)

 

San Pedro Damián a la hora de su muerte dijo a los que estaban allí presentes: “Por favor: levántense. Arrodíllense ante Nuestra Señora”. Y luego exclamó: “Oh, que admirable bondad, Reina del Cielo; que te hayas dignado venir a visitar a este pobre servidor tuyo. No permitas que me condene, después de haberme honrado con tu presencia”. Poco después murió dulcemente.

 

San Juan de Dios, había pedido mucho a la Virgen que le visite en la hora de la muerte. Llegado el último trance, esperaba la deseada visita; mas como ésta se demorase, empezó a quejarse amorosamente a María, la cual enseguida, entonces se le apareció y le dijo: ¿Por qué te afliges, hijo mío? ¿No sabes que Yo no abandono a mis devotos en la hora de la muerte?”. El Santo sonrió y luego expiró dulcemente.

 

El célebre teólogo  Alfonso Salmerón († 1585), refiriéndose a la Virgen, al morir pronunció: “¡Feliz el tiempo que te he servido!”.

 

San Pompilio, († 1766) famoso educador y predicador, nacido en Italia, fue muy devoto de la Virgen María. Al morir exclamó: “Oh la Madre preciosa. La Mamá linda viene a llevarme”.

 

San José de Calasanz[1], estando en cama gravemente enfermo pocos días antes de su muerte dijo a los sacerdotes que lo rodeaban: “Sí, la Virgen me lo ha dicho, que esté contento y no dude de nada”. En la hora de su muerte, rodeado de su comunidad les dijo: “Y en cuanto a todos ustedes y en cuanto a la Orden misma, permanezcan unidos, porque la Virgen Santísima me ha prometido esta noche que les ayudará. Séanle todos muy devotos. Escriba a todos de mi parte que sean muy devotos de la Virgen y que le recen cotidianamente el Santo Rosario y que ella los librará de todo”. Una de las últimas frases de San José de Calasanz antes de morir fue: “Conviene que recemos mucho el rosario, porque el meditar en la vida, pasión y glorificación de Jesús nos hace un gran bien”.

 

San Juan de la Cruz, antes de morir, al escuchar la campana que tocaba a Maitines, dijo: “Yo también, por la bondad de Dios, los iré a decir con la Virgen en el cielo”. Dirigiéndose luego a la Señora, le dijo: “Gracias os doy, Reina y Señora mía, por este favor que me dispensáis queriendo que salga de esta vida en sábado, que es vuestro día”.

 

Las últimas palabras de Santa Bernardita antes de expirar fueron: “¡La he visto, la he visto!... ¡Oh cuan hermosa era! ¡Que prisa tengo por volver a verla!...” Después de un rato, una hermana religiosa que estaba junto a ella, comenzó a rezar el Avemaría. Cuando llegó a Santa María Madre de Dios..., la santa continuó: “¡Ruega por mí... pobre pecadora... pobre pecadora!”, y murió.

 

Las últimas palabras de María Teresa González Quevedo antes de expirar fueron: “Madre mía, ven a recibirme y llévame contigo al cielo”.

 

Un día antes de morir, le preguntan a San Juan Berchmans. ¿Cuál ha sido el principio fundamental de su vida espiritual? Responde: “Amar a la Santísima Virgen, Madre de Dios, María”. Ya moribundo, su director espiritual le pregunta: ¿Cuál es el secreto para que la Sma. Virgen te haya favorecido tanto? Y él responde: “El secreto es ofrecerle cada día algún homenaje, aunque sea pequeño pero no dejar ningún día sin hacerlo. Murió con el rosario en sus manos después de rezar las letanías de la Virgen. Sus últimas palabras fueron: «Jesús y María».

 

La Virgen cumplió el deseo que tuvo San Stanislao de Kostka, el 10 de agosto de 1568 (cuando comulgaba le pidió ir al cielo para celebrar con Ella la fiesta de la Asunción). En la víspera, en la noche anterior a la Fiesta de la Asunción, empezó a sentirse indispuesto. Ya en la madrugada después de mirar una estampa de la Virgen, habla con Ella que ha ido a consolarlo: “María -dijo al Padre que estaba a su cabecera- ha llegado por mí con un cortejo de Vírgenes, para llevarme consigo”. Tenía tan solo 17 años cuando murió.

 

El día sábado 14 de mayo de 1881, Santa María Mazzarello, antes de expirar, pronunció estas últimas palabras: “¿Quién se ha visto confundido después de haber puesto en María su confianza? ¡Mañana empieza la novena de María Auxiliadora! ¡Alma mía, canta las alabanzas de tu Madre Celestial unidas a la Pasión del Salvador!”. Luego se puso a entonar: “Quien ama a María, dichosa será”. Y alzando lentamente la mano como despidiéndose dijo: “¡Adiós!, ¡Adiós!, ¡Hasta pronto en el cielo!”.

 

San José Benito Cottolengo, fundador de la “Pequeña Casa de la Divina Providencia”, obra dedicada a los enfermos, cuya gracia le atribuyó a la Virgen, antes de morir exclamó extasiado “¡Madre mía, María! ¡Madre mía, María!”.

 

San José Oriol pidió en su agonía que canten el Stabat Mater.

 

San Félix de Cantalicio († 1587), tuvo una gran devoción a la Virgen María, antes de morir, exclamó lleno de alegría: “Veo a mi Madre, la Virgen María, que viene rodeada de ángeles a llevarme”.

 

San Brocardo, segundo general latino de la Orden del Carmen después del San Bertoldo, cuando agonizaba dirigió a los religiosos que rodeaban su lecho, este bellísimo testamento espiritual: “Hijos míos, Dios nos llamó a la Sagrada Orden del Carmelo y nos puso en el número de sus fidelísimos ermitaños. A más de esto sin nosotros merecerlo, nos honró con el singular y glorioso título de Hermanos de la Virgen María. Cuidad de que después de mi muerte no se halle entre vosotros este nombre falsamente poseído; antes procurad que todo el mundo conozca que el nombre responde a vuestros méritos. Por lo tanto, perseverad constantemente en el bien, aborreced las riquezas, menospreciad el mundo y ajustad vuestra vida a la vida ejemplar de la Bienaventurada Virgen María y de nuestro fundador, el santo Profeta Elías”.

 

“Dentro de dos días estaré en el seno de mis Tres. Soy del todo feliz por todo lo que se me ha dicho. (Sal 122, 1) Es la Virgen, este ser todo luz, todo pureza con la pureza de Dios, quien me tomará por la mano para introducirme en el cielo, en aquel cielo tan esplendente”. (Beata Sor Isabel de la SS. Trinidad)

 

El 21 de diciembre de 1597, en Friburgo-Suiza, San Pedro Canisio, luego de rezar el rosario exclamó antes de partir al cielo: ¡Vedla; ahí está. Ahí está!

 

La última voluntad de San Pío de Píetrelcina antes de expirar fue: “Amad a la Madonna y haced que la amen”.

 

ALABANZA:

 

San Pedro de Alcántara, escribió un tratado sobre la oración. En uno de sus capítulos se dirige a la Virgen con esta alabanza que al final se torna en súplica: “¡Oh María, María, María, Virgen Santísima, Madre de Dios, Reina del cielo, Señora del mundo, Sagrario del Espíritu Santo, Lirio de pureza, Rosa de paciencia, Paraíso de deleites, Espejo de Castidad, Dechado de inocencia! Ruega por este pobre desterrado y peregrino, y parte con él de las sobras de tu abundantísima caridad”.

 

“Llena de gracia...totalmente pura e inmaculada, sin mancha ni impureza, dignísima de toda alabanza, toda limpia y bienaventurada...Virgen del alma, cuerpo y espíritu, arca santa que nos ha librado del diluvio del pecado, bella por naturaleza, tabernáculo santo, que el verbo ha trabajado con sus manos de Dios”. (San Efrén)

 

“María es después de la Trinidad, nuestra Soberana; es nuestra consolación después del Espíritu Santo; la medianera de todo el universo después de nuestro Mediador; más elevada y más gloriosa sin comparación que los querubines y los serafines”. (San Efrén)

 

“Bendita pues, la Virgen; pero más bendito aún el fruto de su vientre”. (Santo Tomás de Aquino)

 

“Oh mujer, bendita entre todas las mujeres: tú eres la honra del género humano, y la que después de Jesús, ha contribuido más a la salvación de nuestro pueblo. Tus méritos son imposibles de medir y tu poder para interceder en favor de todos nosotros es inmenso. Tú eres la Madre de Dios, la Señora más importante del mundo. La Reina del cielo. Tú eres dispensadora de innumerables gracias y favores del Señor, y eres el más hermoso adorno de la santa Iglesia de Dios. Tú eres ejemplo y modelo para quienes quieren llegar a la santidad, eres el consuelo de los afligidos y esperanza segura para nosotros de obtener la salvación. Tú eres alegría del Paraíso, Puerta del cielo, glorificadora de Dios”. (San Bernardino de Siena)

 

“Salve Madre Santa, Virgen Madre del Rey que gobierna cielo y tierra; Tú que has dado a luz al que sostiene con su mano al universo y cuyo reino no tendrá fin. Tú la única que tienes al mismo tiempo la alegría de ser madre y el honor de ser Virgen. Antes de Ti no ha existido mujer que te sea semejante en grandeza; y después de Ti no habrá jamás otra igual. Tú eres la sola y única mujer que ha agradado total y plenamente a Cristo”. (Oración famosa compuesta por Sedulio)

 

“¡Oh Señora nuestra, nada te iguala, nada es comparable a ti! Todo lo que existe, o está por encima de ti, o está por debajo de ti, por encima de Ti, solo Dios; por debajo de ti, todo lo que no es Dios”. (San Anselmo)

 

“Dios os salve, Señora, Santa Reina Sacratísima, María, Madre de Dios, que sois Virgen perpetua, elegida por el santísimo Padre de los cielos, que os consagró con su santísimo y amado Hijo y con el Espíritu Santo consolador. En Vos está y estuvo toda la plenitud de la gracia y de todo bien. Salve, palacio de Dios, Dios os salve, tabernáculo de Dios. Dios os salve, vestido de Dios. Dios os salve sierva de Dios. Dios os salve, Madre de Dios”. (San Francisco De Asís)

 

“Dios te salve, delicia del Padre, por quien llegó el conocimiento de Dios hasta los confines de la tierra. Ave, domicilio del Hijo, de quien Él tomó carne. Ave, habitación inefable del Espíritu Santo. Ave, tú que eres celebradísima admiración de los entendimientos celestiales. Ave, más santa que los querubines, más gloriosa que los serafines; ave, más extensa que el cielo, más brillante que el sol, más resplandeciente que la luna... Ave, suave resplandor para los ojos de los fieles; trueno espiritual que resuenas sin estrépito en los oídos de los hombres; ave, aura santa que disipas de la tierra el viento de la malicia. Ave, preanuncio noble de los profetas. Ave, voz en los oídos de los apóstoles por todo el mundo; ave, confesión admirable de los mártires, ave, ornamento máximo de los santos; ave, placer verdadero de los justos; ave, felicísima glorificación de las vírgenes; ave, cetro y firmeza de los reyes. Ave, misterio máximo de los sacerdotes, refugio invicto de los pecadores. Ave, glorioso gobierno de los navegantes; ave, elevación de los que caen, oh Señora. Ave, gratuita medicina de los enfermos; ave, resurrección cierta de los moribundos. Ave, causa de salud de todos los mortales. Ave, gozo inenarrable del mundo. Ave, Reina conciliadora de la paz; ave, esplendor inmaculado de las Madres... Ave, Divina enseñanza para los jóvenes, custodia ilustre de los niños. Ave, Medianera de todas las cosas que están debajo del cielo, Reparadora de todo el mundo. Ave, celebridad magnificentísima del cielo y de la tierra; ave, llena de gracia, el Señor contigo”. (San Tarasio de Constantinopla)

 

“Dios ha hecho tan sublime a María, porque quiere que la honremos. Si Dios lo quiere, ¿por qué hemos de ser tan mezquinos en nuestras alabanzas a la Reina de los cielos? Honrando a María, honramos a Dios. Seamos generosos con la Virgen Santísima y Ella lo será también con nosotros”. (San Gabriel de la Dolorosa)

 

“Salve, oh Madre del Salvador. Vaso de elección, vaso de honor, vaso cuidadosamente labrado por la mano del Señor.

Salve, Madre sagrada del Verbo, flor nacida entre las espinas, flor sin espinas: flor que es la gloria del Zarzal, que somos nosotros.

Puerta cerrada, fuente de los jardines, tesoro de los perfumes: Vos superáis en suave olor del bálsamo, a la mirra, al incienso y al cinamomo.

Mirto de templanza, rosa de paciencia, nardo fragante. Valle de humildad, tierra respetada por el arado y abundante en cosechas: Cristo, la flor de los campos, el bello lirio de las cañadas, ha nacido en Vos”. (Adam de San Víctor)

 

“Ella igualó a los apóstoles en el celo de la predicación, a los profetas en los presagios, a los mártires en los tormentos, a los confesores en la santidad, a las vírgenes en la pureza: la gracia se la dio a los demás con medida, a María se le infundió toda la plenitud. ¡oh piadosísima! Merezcamos nosotros encontrar en ti la gracia; esto es lo que desea y lo que pide toda esta muchedumbre, esto es lo que desean con ansia los ancianos, los jóvenes, los niños, las gentes de toda edad, sexo y condición. Pues a ti se dirigen los ojos de todo Israel, y la Iglesia a coro clama en ininterrumpida oración: tú eres la segunda salvación de todos, tú el origen de la paz, el bien común, la columna de nuestro linaje, la gloria de todos nosotros”. (Santo Tomás de Villanueva)

 

ALIMENTO:

 

“María alimentaba a Jesús con su leche virginal, y Jesús alimentaba a María con la gracia celestial”. (San Agustín)

 

ALMA:

 

“Me represento mi alma como terreno libre y pido a la Santísima Virgen que quite de ella los escombros que son las imperfecciones; que prepare Ella misma una amplia habitación, digna del cielo, engalanándola con sus propios adornos”. (Santa Teresita del Niño Jesús)

 

AMOR:

 

“Los que aman a la Virgen son en mayor grado iluminados en las verdades del entendimiento y enriquecidos de santa fama y de todo bien”. (San Buenaventura)

 

“Por mucho que ames a María Santísima. Ella te amará siempre mucho más de lo que la amas tú”. (San Ignacio de Loyola)

 

“Tu amor a la Virgen María debe tener una cualidad especial: debe provenir del gran aprecio que tú tienes a sus grandes cualidades y virtudes, por ejemplo que es Madre de Dios, Virgen Purísima, Consoladora de los afligidos, etc. Porque si tu amor a la Virgen proviene solo de tus mezquinos intereses por conseguir favores o de tu sentimentalismo, tu devoción puede ser falsa”. (San Luis Grignión de Montfort)

 

“María nos ama mucho, porque una madre siente gran amor por sus hijos, y todos nosotros somos hijos suyos y hermanos de su Hijo queridísimo, Jesucristo. María ama a sus devotos por gratitud, porque si nosotros le demostramos amor, aprecio y devoción, ¿cómo no va Ella a retribuirnos amor por amor?. Ella si que cumple lo que dice la S. Biblia en el libro de la Sabiduría: Yo amo a los que me aman”. (Grignión de Montfort)

 

“El principio del camino que lleva a la locura del amor de Dios es un confiado amor a María Santísima”. (Beato José María Escrivá de Balaguer)

“¡Que agradable es amar a María! nada cuesta con Ella, todo sale bien, todo es fácil, hasta ser Santo; yo creo que si nosotros nos lo proponemos y se lo decimos a Ella,  nos hará”. (Beato Hno. Rafael Arnáiz, monje trapense)

 

AMPARO:

 

“Reina y Refugio mío. Cobíjame bajo tu manto y no permitas que yo vuelva a ser esclavo del espíritu del mal”. (San Alfonso María De Ligorio)

 

ÁNGELES:

 

Refiriéndose a los honores y encargos que cumple, el Príncipe de la Corte Celestial con la Virgen, San Agustín dice que “el Príncipe de la corte celestial, San Miguel, está inflamado por el anhelo de tributarle y hacerle tributar los honores y homenajes que le son debidos, y que está siempre alerta para obedecer a sus insinuaciones y prestar socorro a sus siervos”.

 

ANUNCIACIÓN:

 

“Llena de gracia, Bendita entre todas las mujeres”. No le habría hablado así el ángel si María no hubiera sido perfectamente pura y santa”. (San Agustín)

 

ARCO IRIS:

 

San Antonio de Padua, en los colores del arco iris vio representada estas virtudes de la Virgen: “El color oscuro del arco iris recuerda la pobreza de María; el azul, su humildad; el oro, su caridad; finalmente, el color del fuego, su incorruptible virginidad”.


 

 

 

ASISTENCIA:

 

“Esta Madre tan rica y liberal, agradecida a vuestros obsequios y homenajes, os asistirá en vida, os socorrerá en la hora de la muerte y os hará dichosos en la eternidad de los siglos”. (Del libro de Francisco M. Negro)

 

San Juan Bosco creía firmemente en la asistencia de la Virgen a los devotos moribundos y afirmaba: “Se ha visto en más de una ocasión a la Santísima Virgen aparecer a los agonizantes e iluminarlos con su presencia. Así nos lo enseñan grandes santos, tales como San Carlos BorromeoSan Buenaventura, San Alfonso y otros. Un gran número de ellos han tenido la dicha de experimentarlo por sí mismos, entre otros: Santa Clara, San Felipe Neri, San Felix de Cantalicio, Santa Teresa, San Pedro Alcántara y San Juan de Dios”.

 

ASUNCIÓN:

 

“La memoria del Misterio de la Asunción de María nos debe inspirar gran confianza y esperanza de salvación al pensar que, así como en el cielo tenemos a nuestro Padre, también tenemos a nuestra Madre... María es allí riquísima, poderosisíma, bondadosísima y generosísima y tiene gran voluntad de socorrernos y quiere que todos subamos al cielo y que seamos gloriosos y eternamente felices con ella y con el Padre, Hijo y Espíritu Santo”. (San Antonio María Claret)

 

AUXILIO:

 

“La Santísima Virgen no solo corre sino vuela en auxilio de quienes le rezan aunque sea una Avemaría”.

 

“Siempre que tengamos que pedir una gracia a Dios, dirijámonos a la Virgen Santa, y con seguridad seremos escuchados. ¿Queremos salir del pecado? Acudamos a María; Ella nos tomará de la mano y nos conducirá a la presencia de su divino Hijo para recibir de Él el perdón. ¿Queremos perseverar en el bien? Dirijámonos a la Madre de Dios; Ella nos cobijará bajo su manto protector, y contra nosotros nada podrá el infierno”. (San Juan María Vianney)

 


 

AVEMARÍA:

 

“El Avemaría rezada con devoción, según los santos es el enemigo del diablo a quien hace huir, y el martillo que lo aplasta. Es la santificación del alma, la alegría de los ángeles, la melodía de los predestinados, el cántico del Nuevo Testamento, el gozo de la Santísima Virgen y la gloria de la Santísima Trinidad”.

 

“¡Rezando el avemaría, el pecado acabará! ¡Y por el avemaría, Jesucristo reinará!”. Estribillo de un canto de S. Luis Grignión

 

“Ojalá empezáramos cada una de nuestras acciones importantes rezando el Avemaría”.

 

“El tener afición al rezo del Avemaría es señal de predestinación”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“Un Avemaría vale más que el mundo entero”. (San Alfonso María de Ligorio)

 

“María nos saluda con la gracia siempre que la saludamos con el avemaría”. (San Buenaventura)

B

 

BENDICIÓN:

 

“Para bendecir más perfectamente a Jesucristo, hay que bendecir primero a María”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“Por una bendición que le digáis, hará que os dé diez. Dirá: Hijo mío, bendecid a éste que me bendijo”. (San Juan De Ávila)

 

“Postrémonos ante esta buena Madre, y digámosle que no nos marchamos, sin haber alcanzado su bendición y sin haber conseguido que nos acepte como hijos”. (San Bernardo)

 

“Bendecidlos y acogedlos bajo el manto de vuestra protección, para que el demonio nunca tenga poder sobre ellos, antes bien, vivan siempre puros, siempre inocentes, siempre santos y libre de todo pecado”. (Bendición a los Niños)

 

BENDITA:

 

“A todas luces, la Virgen es bendita, porque Ella esperó la bendición de todos y, esperando, la recibió. De veras bendita, porque no fue estéril ni impura: fecundada sin sonrojo, grávida sin gravamen, madre sin dolor. Ella sin otro ejemplo de la condición femenina, fue a la vez Virgen y madre y engendró a Dios”. (San Antonio de Padua)

 

BIENAVENTURADA:

 

“He aquí la razón de por qué la antigüedad, para honrar a Jesús honró tanto a su Santísima Madre. Reparad en todo el cristianismo: de tres iglesias dos están bajo la advocación de la Virgen o tienen alguna especial señal de la devoción del pueblo para con Ella... No solamente el pueblo, sino también las almas encumbradas: prelados, doctores, príncipes y monarcas, la han alabado y ensalzado; como los pajarillos empiezan a gorjear cada uno en su ramita al amanecer, todos se han esforzado para cantar sus alabanzas, como la misma Señora lo había previsto cuando dijo: Bienaventurada me llamarán todas las generaciones”. (San Francisco de Sales)

 

“Si Pedro ha sido proclamado bienaventurado, ¿no llamaremos bienaventurada entre todos a la Virgen que ha dado a luz a Aquel a quién Pedro ha confesado? Si San Pablo es llamado vaso de elección porque ha llevado el nombre de Cristo por toda la tierra, ¿qué vaso es, pues, la Madre de Dios, que lo llevó a su seno?”. (San Basilio)

 

“¡Oh bellísima niña, sumamente amable! ¡Oh hija de Adán y Madre de Dios! ¡Bienaventuradas las entrañas y el vientre de los que saliste! Bienaventurados los brazos que te llevaron, los labios que tuvieron el privilegio de besarte castamente, es decir, únicamente tus padres, para que siempre y en todo guardaras intacta tu virginidad”. (San Juan Damasceno)

 

“¡Oh Virgen soberana!, Yo de mi parte, quiero cumplir vuestra profecía y ser uno de los que os llaman bienaventurada. Vos sois bienaventurada porque creísteis como dijo vuestra prima, y sois bienaventurada porque trajisteis en vuestro vientre al Salvador y mucho más bienaventurada porque oísteis su palabra y la guardasteis.

 

También sois bienaventurada con las ocho bienaventuranzas que vuestro Hijo predicó en el monte: sois pobre de espíritu, y es vuestro el reino de los cielos; sois mansa, y poseéis la tierra de los vivos; llorasteis los males del mundo, y así sois consolada; tuvisteis hambre y sed de justicia, y ahora estáis harta; sois misericordiosa, y alcanzasteis misericordia; sois pacífica, y así, por excelencia, sois Hija de Dios; sois limpia de corazón, y ahora estáis viendo claramente a Dios; padecisteis persecuciones por la justicia, y ahora es vuestro el reino de los cielos, como Reina suprema de todos sus moradores.

 

¡Oh Reina soberana!, gózome de que seáis bienaventurada por

tantos títulos. ¡Oh, si todas las naciones del mundo se convirtiesen a vuestro Hijo, y os llamasen con gran fe bienaventurada, para que por vuestro medio llegasen todos a ser bienaventurados, imitando aquí vuestra vida y gozando después de vuestra gloria!”. (V.P. Luis de la Puente)

 

BIENES:

 

“¡Oh! Si supiésemos que bienes tiene quién a la Virgen tiene” (San Juan de Ávila)

BODA:

 

“De las nupcias del Espíritu Santo con la Virgen María, nació la Iglesia”. (San Paciano)

C

 

CAMINO:

 

“La Santísima Virgen es el camino para llegar a nuestro Señor”. (Santos Padres)

 

“Dios te salve, llena de gracia, porque Dios te ha constituido nuestro camino de salvación y nuestra subida a los cielos”. (San Anastasio de Antioquía)

 

CANTO:

 

De nuestra Madre se canta: “Oh Virgen, tú aniquilaste todas las herejías”.

 


 

CASTIDAD:

 

“El nombre de María es indicio de castidad”. (San Pedro Crisólogo)

 

San Juan de Ávila inculcaba esta devoción a sus fieles: “Mediante ayunos y confesiones que se practiquen en honor de la Santísima Virgen, preferentemente en sus fiestas se alcanza la castidad”.

 

San Juan de Ávila aconsejaba a cierto señor que cuando le vinieren las tentaciones contra la santa pureza exclamara: “Bendita y alabada sea la Purísima Concepción de la Santísima Virgen María”.

 

San Ambrosio llama a la Santísima Virgen “Señora de la Castidad; San Epifanio la llama “Princesa de la Castidad” y San Gregorio, “Reina de la Castidad”.

 

COLABORADORA:

“María colabora con el Espíritu Santo” (San Luis María Grignión de Montfort)

 

COMBATE:

 

“Las dos más poderosas armas que yo conozco para vencer al príncipe de este mundo y alejar el pecado, son: la recepción frecuente del Cuerpo de Cristo y una confianza ciega en su Santísima Madre. Hace muchos años que vengo recomendando la devoción a la Madre de Dios y no dejaré de hacerlo hasta que tenga la dicha de contemplarla allá arriba en los cielos”. (San Gregorio VII, Papa)

 

COMPAÑÍA:

 

“La Madre del Señor no solo te acompañará en la muerte sino que irá contigo hasta la presencia de Dios”. (San Jerónimo)

 

CONCEPCIÓN:

 

“Dios elige a una Virgen de la descendencia real de David; y esta Virgen, destinada a llevar en su seno el fruto de una sagrada fecundación antes de concebir corporalmente a su prole, divina y humana a la vez, concibió en su espíritu”. (San León Magno)

 

“María concibió en su espíritu antes que en su seno”. (San Agustín)

 

CONDUCTO:

 

“Como a través del cuello se difunde desde la cabeza, la vida a todo el cuerpo del mismo modo las gracias vitales continuamente se transmiten desde la cabeza, que es Cristo, a su cuerpo místico, por la Virgen y de una manera especial a sus devotos y amigos”. (San Bernardino de Siena)

 

CONFIANZA:

 

“Si te entregas a Ella, sin reserva y pones en Ella tu confianza, sin presunción y trabajando por tu parte para adquirir las virtudes y domar las pasiones, ella se dará a ti totalmente”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“Si confío en ti, ¡Oh Madre de Dios!, me salvaré, protegido por ti, nada temeré; con tu auxilio combatiré a mis enemigos y los pondré en fuga”. (San Juan Damasceno)

 

“Oh María en Ti confío. En esta esperanza vivo, y espero morir exclamando: “Mi gran esperanza es Jesucristo, la Virgen María”. (San Alfonso María De Ligorio)

 

“Amando a María estoy seguro de mi salvación y vocación”. (San Juan Berchmans)

 

“Tengan siempre mucha confianza en la Santísima Virgen. Yo la invoco todo el día. Ella me ha ayudado hoy, yo le he pedido trabajar por mis hermanos y no me he cansado”. (San Juan María Vianney)

 

“En todas nuestras penas, sean del alma, sean del cuerpo, después de Dios hemos de concebir una gran confianza en la Virgen María”. (S. Juan María Vianney)

 

“Tened confianza en la Virgen. Ella os ayudará en todas las cosas”. (Santa María Mazarello)

 

CONFIDENCIAS:

 

Santa Bernardita había escrito en su cuaderno íntimo: “Allí encontré a mi madre en el esplendor de su gloria”.

 

“Tú eres mi todo, oh María; préstame tu corazón”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

CONOCIMIENTO:

 

“Es necesario dedicarse a conocer a María, porque el que la conozca la amará, y quien la ame recibirá de su Hijo, por su mediación, ipsa mediante, todos los bienes necesarios al presente, y en el futuro, la vida eterna, de la cual las gracias y virtudes son las arras y la prenda”. (Ricardo de San Lorenzo)

 

“Recurrid a María; que Ella os iluminará y ayudará a conocer la voluntad de Dios sobre vosotros”. (San Juan Bautista de la Salle)

 

“María iba reflexionando sobre todas las cosas que había conocido leyendo, escuchando, mirando, y de este modo su fe iba en aumento constante, sus méritos crecían, su sabiduría se hacía más clara y su caridad era cada vez más ardiente. Su conocimiento y penetración, siempre renovados, de los misterios celestiales la llenaban de alegría, la hacían gozar de la fecundidad del Espíritu, la atraían hacia Dios y la hacían perseverar en su propia humildad. Porque en esto consisten los progresos de la gracia divina, en elevar desde lo más humilde hasta lo más excelso y en ir transformando de resplandor en resplandor. Bienaventurada el Alma de la Virgen que, guiada por el magisterio del Espíritu que habitaba en ella, se sometía siempre y en todo a las exigencias de la Palabra de Dios.

Ella no se dejaba llevar por su propio instinto o juicio, sino que su actuación exterior correspondía siempre a las insinuaciones internas de la sabiduría que nace de la fe.

Convenía, en efecto, que la sabiduría divina, que iba edificando la casa de la Iglesia para habitar en ella, se valiera de María Santísima para lograr la observancia de la ley, la purificación de la mente, la justa medida de la humildad y el sacrificio espiritual”. (San Lorenzo Justiniano)

 

“Quien quiera conocer a la Virgen (una Virgen en perfecta armonía con el Magisterio eclesiástico y, en particular, con el Concilio Vaticano II, con la Sagrada Escritura y la Tradición eclesiástica) que lea la mariología de María Valtorta[2]”. (Gabriel María Roschini)

CONSEJO:

 

“Grabad en vuestra memoria esta bella oración: María Auxiliadora, rogad por nosotros, para rezarla en todas las tentaciones, en todos los peligros, en toda necesidad y siempre”. (San Juan Bosco)

 

“María sea para Ti auxilio en la vida, ayuda en las angustias y peligros, salvación en la muerte, gozo en el cielo”. (San Juan Bosco)

 

Mamá Margarita cuando Don Bosco parte al Seminario le dice: “Cuando viniste al mundo, te consagré a la Santísima Virgen; cuando comenzaste los estudios, te recomendé la devoción a esta nuestra Madre; ahora te recomiendo ser todo suyo; ama a los compañeros devotos de María; y si llegas a ser sacerdote, recomienda y propaga siempre la devoción a María”.

 

“Lo mejor que puedes hacer es colocarte por completo en manos de la Santísima Virgen y dejar que Ella sea la que escoja las gracias que más te conviene recibir”. (Santa Catalina de Siena)

 

“He recomendado muchas veces a la gente que repita frecuentemente esta oración: Oh María, rogad a Jesús por mí, y los resultados obtenidos son maravillosos”. (San Alfonso Ligorio)

 

Santa Matilde aconsejaba “la consagración del corazón al santísimo y purísimo Corazón de María”.

 

De esta manera aconsejaba Santa María Mazzarello a principios de 1881 a un grupo de hermanas que se preparaban a partir en misión a Sudamérica: “No os olvidéis nunca de la Virgen Santísima. Contadle vuestras penas lo mismo que vuestras alegrías. ¡Sí, vuestras alegrías también!

 

“Conságrate a María, ora a tan buena Madre, hónrala sobre todo en su Inmaculada Concepción”. (San Juan María Vianney)

 

CONSUELO:

 

La Iglesia llama a nuestra Madre “Consuelo de los afligidos”.

 

CONVERSIÓN:

 

“Había trabajado mucho por convertir a un gran pecador y nada lograba. Entonces decidí encomendárselo totalmente a la Sma. Virgen y la gracia se obtuvo prontamente”. (Santa Gema Galgani)

 

San José Caffaso estaba tan convencido de que en la obra de conversión de los pecadores, la mejor colaboradora es la Virgen María. Cuando iba a convertir a alguno condenado a muerte, decía: “Voy confiado, porque la que lo va a convertir es mi socia: La Madre de Dios”.

 

CORONA:

 

San Bernardo de Siena A la corona de 12 estrellas que lleva la Virgen en la cabeza, a cada una las vio significadas así:  “1. clausura; 2. Audiencia; 3. Pudor; 4. Prudencia; 5. Temor; 6. Honestidad; 7. Diligencia; 8. Virginidad; 9. Obediencia; 10. Humildad; 11. Deseo; 12. Fidelidad”.

 

En otra ocasión, cuando predicaba en la plaza de Collemaggio las representó con otras palabras: “Nobleza, preservación, mérito, poder, excelencia, señorío, reinado, mediación, perfección, ornamento, restitución, impecabilidad”.

 

CREACIÓN:

 

“Dios creo un mundo para el hombre peregrino: es la tierra; un mundo para el hombre glorificado: es el cielo; un mundo para sí mismo: es María. (San Luis María Grignion de Montfort)

 

CREDO:

 

“Creemos que María, florida siempre con la gloria de la virginidad, fue la Madre del Verbo Encarnado, nuestro Dios y Salvador Jesucristo, la cual redimida de un modo eminente en previsión de los méritos de su Hijo, fue preservada inmune de toda mancha de pecado original; y que aventaja con mucho a todas las demás criaturas en los dones de la gracia.

Asociada por un estrecho e indisoluble vínculo a los misterios de la Encarnación y Redención, la bienaventurada Virgen María, la Inmaculada, terminada su vida terrena, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, y, hecha semejante a su Hijo que resucitó de entre los muertos, recibió por anticipado, el destino de todos los justos. Creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia, continúa ejerciendo sus oficios maternales en favor de los miembros (místicos) de Cristo, cooperando al nacimiento y al desarrollo de la vida divina en las almas de los redimidos”. (De la “Profesión de Fe del Pueblo de Dios” de S.S. Pablo VI) 

 

CULTO:

 

“El culto a la Virgen debe consistir en lo siguiente: 1o En una alta estimación de sus grandes cualidades y de su inmensa dignidad. 2o En una filial confianza. 3o En una estudiosa imitación de sus virtudes. 4o En propagar el culto mariano”. (San Buenaventura)

D

 

DEDICATORIA:

 

San Alfonso María de Ligorio, en su libro “LAS GLORIAS DE MARÍA” en la introducción, al dedicarlo a la Virgen le dice:

 

“A ti también me dirijo, dulcísima Señora y Madre mía María; bien sabes que en ti, después de Jesús, coloqué toda mi esperanza de eterna salvación, pues todo mi bien y mi conversión, mi vocación al dejar el mundo y cuantas gracias recibí de Dios, todo reconozco haberlo recibido por tu Mediación. Tampoco ignoras que para hacerte amar de todos como mereces y darte alguna muestra de gratitud por tantos beneficios como recibí de ti, siempre y en todas partes procuré predicar de ti, en público y en privado, inculcando por todas partes tu dulce y saludable devoción. Espero continuar haciéndolo hasta el último momento de mi vida”.

 

San Alfonso María Ligorio en su obra “PREPARACIÓN PARA LA MUERTE” le ofrece a la Virgen María esta dedicatoria:

 

“A la Inmaculada y siempre Virgen María,

A la llena de gracia y bendita entre todos

los hijos de Adán.

A la paloma, a la tórtola predilecta de Dios,

Honor del género humano, delicia de la

Santísima Trinidad,

Morada de amor, dechado de humildad,

espejo de todas las virtudes,

Madre de amor hermoso, Madre de la santa

esperanza y Madre de la misericordia,

Abogada de los desgraciados, amparo de los débiles,

luz de ciegos, salud de los enfermos,

Ancora de confianza, ciudad de refugio, puerta del cielo,

Arca de vida, iris de paz, puerto de salvación,

Estrella de los mares, mar de dulzura,

Reconciliación de pecadores, esperanza de los desamparados,

socorro de los desesperados,

Consoladora de afligidos, alivio de moribundos,

alegría del universo,

Un afectuoso y amante siervo,

Aunque indigno y vil, humildemente dedica esta obra”.

 

DEFENSORA:

 

“Si yo no tuviera a la Madre de Dios que me defiende a cada paso de los peligros del alma, ya habría caído en poder de Satanás”. (S. Cura de Ars)

 

“Nadie sino por ti se llena del conocimiento de Dios, Oh Santísima. Nadie puede salvarse sino por Ti, Madre de Dios. Nadie se libra de los peligros sino por Ti, Virgen y Madre; ninguno redimido sino por ti, Madre de Dios. Nadie consigue ningún Don por misericordia sino a través de ti, que fuiste digna de recibir a Dios. ¿Quién hay que defienda tanto a los pecadores como Tú?”. (San Germán de Constantinopla)

 

DESCENDENCIA:

 

“María descendió de catorce patriarcas, de catorce reyes y de catorce duques. Descendió de cuarenta y dos nobilísimos hombres”. (San Bernardino de Siena)

 

DESEO:

 

“Jesús, María: estos sean los nombres que yo pronuncie al morir, para que llevando este ramo de olivo en la boca, sea recibido en el Arca Santa del Paraíso”. (San Germán de Constantinopla)

 

DESIGNIO:

 

“Dios quiere, pues revelar y manifestar a María la obra maestra de sus manos, en estos últimos tiempos”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

DESPEDIDA:

 

“Que el manto azul de Nuestra Señora te cubra con sus numerosos pliegues”. (expresión familiar para despedirse dos amigos - Rusia)

 

DEVOCIÓN:

 

San Efrén llama a la devoción a Nuestra Señora: “Puerto y escalera para subir y entrar al cielo”.

 

“Tu devoción la concede Dios a quienes más desea salvar y santificar”. (San Juan Damasceno)

 

“En todo tiempo tendrás suma y amorosa devoción a la gloriosa Reina, Madre de Nuestro Señor. En todas tus necesidades y en todas tus penas recurre a Ella como refugio el más seguro, implorando su protección. Tómala por abogada y encomiéndala con devoción y confianza tus cuitas, pues es Madre de Misericordia, y ofrécele cada día un testimonio especial de reverencia”. (San Buenaventura)

 

“La verdadera devoción a María ha de ser interior, tierna, santa, constante y desinteresada”. (San Luis María Grignión Montfort)

 

“La devoción a María es el termómetro de nuestra vida espiritual”.

 

“¿Y vosotros no sois devotos de la Virgen, vosotros no tenéis devoción a la Señora? ¡Oh que rayo! ¿Sabéis lo que quiere decir no ser devotos de la Señora? Quiere decir estar perdidos como Judas, estar desesperados, estar condenados. ¿Si vosotros sois devotos de la Señora? Oid, pues y consolaros. Viviréis bien, moriréis mejor, os salvaréis. En el Cielo, volveremos a vernos”. (San Leonardo de Porto Mauricio)

 

“Imposible que se pierda quien con humildad y esmero cultiva la verdadera devoción a esta divina Madre”. (Blosio)

 

“La devoción a María es señal de salvación eterna”. (San Bernardo)

 

“A los santos les profesamos devoción únicamente en ciertos días y épocas del año. Pero la devoción a María Santísima -por ser la Augusta Madre de Dios y estar elevada sobre todas las criaturas- no debe sufrir interrupción”. (San Juan Bautista de la Salle)

 

“¿No le tenéis devoción? Harto mal tenéis; harto bien os falta; más quería estar sin pellejo que sin devoción a María”. (Beato Juan de Ávila)

 

“De la limosna y de la devoción a la Santísima Virgen os diré que es imposible que se pierda quien las practica de corazón”. (San Juan María Vianney)

 

“Si tenéis la dicha de grabar en el corazón de los niños la devoción a la Virgen María, habréis asegurado su salvación”. (San Marcelino Champagnat)

 

“Una sincera filial, ilimitada confianza en María, una ternura singular hacia Ella, una devoción constante, os harán superiores a todo obstáculo, tenaces en los propósitos, rígidos consigo mismo, amables con el prójimo y exactos en todo”. (San Juan Bosco)

 

“La historia de la Iglesia nos enseña que los Santos más grandes son aquellos que han profesado mayor devoción a María”. (Don Bosco)

 

“Cultivad una tierra, verdadera y constante devoción a María Santísima. Oh, si supieras la importancia de esta devoción no la cambiarías por todo el oro del mundo”. (San Juan Bosco)

 

“La devoción a María es una gracia que solo se logra con la oración”. (San Maximiliano Kolbe)

 

“Los que consideran superadas las devociones a la Virgen Santísima, dan señales de que han perdido el hondo sentido cristiano que encierran, de que han olvidado la fuente de donde nacen: la fe en la voluntad salvadora de Dios Padre, el amor a Dios hijo que se hizo realmente hombre y nació de una mujer, la confianza en Dios Espíritu Santo que nos santifica con su gracia. Es Dios quien nos ha dado a María, y no tenemos derecho a rechazarla, sino que hemos de acudir a Ella con amor y con alegría de hijos”. (San José María Escrivá de Balaguer)

 

DEVOTO:

 

“Ser devoto tuyo, ¡oh María! Es un arma de salvación que Dios ofrece a los que quiere salvar”. (San Juan Damasceno)

 

“¿Quieres alcanzar el cielo? Hazte devoto de la Santísima Virgen María”.

 

“Ser buen devoto de María Santísima es una gran señal de salvación”. (San Anselmo y San Antonio)

“No eres mas Santo, porque no eres más devoto de María”. (San Bernardo)

 

Hay una novena bienaventuranza. Dice así: “Bienaventurados los devotos de la Sma. Virgen, porque tendrán sus nombres escritos en el Libro de la Vida Eterna”. (San Buenaventura)

 

“En el cielo serán reconocidos los devotos de la Virgen Santísima por una señal especial, distinta de la de los demás bienaventurados, aún en esta vida los devotos fervientes de la Virgen llevando esa señal dichosa, quedan inscritos en el libro de los predestinados”. (San Buenaventura)

 

“Persuadámonos de que todo cuanto hiciéremos por honrar, o porque otros honren a la Santísima Virgen, será recompensado abundantísimamente de Dios por su medio y reconozcámosla siempre como nuestra bondadosa Madre, ya que por tal se la dio Jesucristo a todos los que sean sus devotos, en la persona de San Juan, cuando le dijo, próximo a morir: “Hijo mío, ahí tienes a tu madre”. (San Juan Bautista de la Salle)

 

“¡Ah, felices vosotros -si sois devoto de la Virgen Santísima-, de poder recurrir con facilidad a su santo nombre; y de sentiros seguros por su sola invocación, no obstante todos los escollos que se encuentran en el camino de la vida!”. (San Juan Bautista de la Salle)

 

“Si no nos va mejor es, porque no somos más devotos de María”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“A quien Dios quiere hacer muy santo, lo hace muy devoto de la Virgen María”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“Que devoto habrá que no te ame María. En la duda eres luz, en la tristeza consuelo y refugio en los peligros”. (Blosio)

 

San Felipe Neri en el “Recordatorio” que hace a los jóvenes, en uno de ellos les dice: “Sean devotos de María, porque este es el medio mejor para obtener la gracia de Dios”.

 

DISCERNIMIENTO:

 

“El alma que empieza a tener conciencia de la presencia del Señor en ella, siente más vivamente la necesidad de ser guardada por esta Madre, abrigada y sostenida por Ella”.

 

DISPENSADORA:

 

“Dios lo entregó todo a María, para que recibieras por medio de Ella, pues tú eras indigno de recibirlo directamente de Él”. (San Bernardo)

 

DONACIÓN:

 

“Se ha hecho toda a todos. Para sabios y para ignorantes se hizo deudora de abundantísimo amor. A todos abre su seno de misericordia para que todos reciban de su plenitud: el cautivo rescate, el enfermo salud, el triste consuelo, perdón el pecador, gracia el justo, alegría los ángeles y gloria la Santísima Trinidad, y la persona del Hijo, carne humana; de tal forma que no hay quién participe de su calor”. (San Bernardo)

DON:

“Que Dios nos dé su gracia y conocimiento para servir a su Madre”. (Santa Marianita de Jesús)

E

EJEMPLO:

 

“La Virgen fue firme en el propósito, modesta en el silencio, prudente en la pregunta, auténtica en el testimonio”. (San Agustín)

 

ELECCIÓN:

 

“A las almas privilegiadas, sobre las cuales tiene particulares designios de misericordia, Dios les otorga especialísima devoción a la Madre de Dios”. (San Marcelino Champagnat)

 

EMPRESA:

 

“Emprendamos grandes cosas bajo los auspicios de esta Madre”. (San Francisco de Sales)

 

ENCARNACIÓN:

 

“Meditando el anuncio de la divina Encarnación, seremos partícipes de aquella inmensa alegría de la que fue colmada la Santísima Virgen Madre de Dios. Cada uno medite diciendo para sí: “El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, para que el hombre participara de la naturaleza divina y se proporcionara remedio a la soberbia humana”. (San Carlos Borromeo)

 

ENCUENTRO:

 

“Quien ha encontrado a María, ha encontrado todo bien. Ella ama a quien la ama; más aún, sirve a quien la sirve, y reconcilia a sus siervos y amantes con su Hijo airado. Tanta es su benignidad, que nadie debe temer acercarse a Ella; y tanta es su misericordia, que jamás rechazará a nadie. Es más, Ella, con sus dones y con sus gracias, positivamente transforma a sus siervos en digna habitación de su Hijo y del Espíritu Santo. Ofrece en su propia mano a la divina Majestad las plegarias, los obsequios, los sacrificios de esos siervos suyos, y de una manera especial cuando se hacen en su honor. Ella es nuestra abogada ante el Hijo, como el Hijo lo es ante el Padre. Es la procuradora que nos gestiona nuestros intereses y da valor a nuestras plegarias. Frecuentemente libera con su misericordia a los que merecían ser castigados con la justicia del Hijo. Ella es el tesoro de Dios, y a la vez, la tesorera de las gracias, que enriquece con abundantísimos dones espirituales a los que la sirven, y potentísima, les protege contra el mundo, el demonio y la carne. Nuestra salvación está en sus manos. Después de su Hijo, Ella es la dueña de toda criatura, y glorificará en el futuro a los siervos que la honran en el presente (Raimundo Jordán) 

 

ENSEÑANZA:

 

San Juan Bautista de la Salle en su obra La Teología de la Educación, dirige a los maestros cristianos esta meditación: “Honrad hoy a la Santísima Virgen como el tabernáculo y templo vivo que el mismo Dios se ha fabricado y adornado con sus propias manos; rogadle que os obtenga la gracia de tener vuestra alma tan bien adornada y dispuesta a recibir la palabra de Dios y comunicarla a los demás, que vengáis a ser por su intercesión (y a su ejemplo) tabernáculos del Verbo divino (pues recibiréis la Palabra, y la transmitiréis a los demás)”.

 

En otra parte escribe: “Dios que os ha elegido para enseñar a los niños a conocerle, quiere también que reproduzcáis, por decirle así, a la Santísima Virgen en los corazones de los que instruís, inspirándoles una devoción tierna para con ella; esta fecundidad debe ser fruto, en vosotros, de vuestras fervorosas oraciones y de vuestro amor a la Santísima Virgen, y del celo que mostraréis en vuestras instrucciones dirigidas a inspirar su amor”.

 

ESCAPULARIO:

 

“El Sagrado Escapulario del Carmen, como vestidura Mariana, es signo y garantía de la protección de la Madre de Dios”. (Pío XII)

 

“Lleva sobre tu pecho el Santo Escapulario del Carmen. Pocas devociones tienen tanto arraigo entre los fieles, y tantas bendiciones de los Pontífices. Además, es tan maternal ese privilegio sabatino”. (Beato José María Escrivá de Balaguer)

 

ESCRITURAS:

 

La Virgen nos promete en las escrituras: “Yo te voy a instruir, te enseñaré el camino, te cuidaré, seré tu Consejero”. (sal 32,8)

 

ESCUDO:

 

San Bernardo de Claraval tenía un escudo personal alusivo a la Virgen María cuyo lema rezaba: Ipsa Duce -ELLA POR GUÍA-.

 

ESPERANZA:

 

“No tenemos otra esperanza que a ti, Oh Virgen sincerísima”. (San Efrén)

 

“Después de Dios misericordioso y de Jesús nuestro Redentor, nuestra más firme esperanza es María Santísima”. (San Basilio)

 

ESPÍRITU SANTO:

 

“Feliz una y mil veces en esta vida a quién el Espíritu Santo descubre el secreto de María para que lo conozca”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“El Espíritu Santo nos comunica sus gracias y carismas solamente con la intervención de María”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

San Luis María Grignión de Montfort compuso una célebre oración dirigida al Espíritu Santo, que rezaba a diario y enseñaba a rezar, pidiendo su intercesión para que derrame el espíritu de María y sea Ella quien modele y forme a Jesús en nuestro interior: “¡Oh Espíritu Santo!, plantad, regad y cultivad en mi alma a la amable María, verdadero Árbol de la Vida, para que crezca, florezca y dé frutos de vida en abundancia. ¡Oh Espíritu Santo! Dadme una gran devoción a María, vuestra divina Esposa, un grande apoyo en su seno materno..., para que Vos podáis en Ella formar en mi alma a Jesús al natural, grande y poderoso, hasta la plenitud de su edad perfecta”.

 

“Ella distribuye todos los dones y virtudes del Espíritu Santo a quien quiere, cuando quiere, como quiere y en la medida que Ella quiere”. (San Bernardo)

 

“Quién desee recibir el Espíritu Santo con sus dones, a Cristo con sus gracias que vaya a la Virgen María, Morada del Espíritu Santo y Madre del que es el Pan de Vida”. (San Buenaventura)

 

San Francisco de Sales afirma que una de las condiciones para recibir el Espíritu Santo es estar con María: “Quién desee, pues, tener el Espíritu Santo, que se una con María”.

 

ESTUDIO:

 

“No se ha de creer que el estudio de la Santísima Virgen sea de poca importancia... En lo que a mí respecta no conozco otro, fuera del conocimiento de Dios, y de su Cristo, que sea más necesario y más digno”. (Francisco Suárez, español, jesuita. Uno de los grandes mariólogos)

 

EXALTACIÓN:

 

“Es la primera de todas las criaturas, Patrona de la Iglesia Universal, Señora de los Ángeles, a quien veneran con una reverencia como a su verdadera Señora; en una palabra, es Madre de Dios”. (Sto. Tomás De Villanueva)


 
F

 

FAVORES:

 

“La Virgen puede cuanto quiere, porque basta que le pida un favor a su Santísimo Hijo y Él en su amor infinito se lo concede”. (San Pedro Damián)

 

Santa Brígida le escuchó decir a Jesucristo: “Madre, ningún favor me negaste tú en la tierra y ningún favor te negaré Yo en el cielo”.

 

“Si María consigue tantos favores para este pobre cuerpo que pronto se acaba, cuántos más favores concederá para el alma que es inmortal?”. (Vble. Luis Comollo)

 

“La Virgen María es la que más favores obtiene de Jesucristo para todos nosotros porque es la más santa y la más pura de todas las criaturas”. (San Anselmo)

 

FE:

 

“Por lo mismo, cuanto más te granjees la benevolencia de esta augusta Princesa y Virgen fiel, tanto más reciamente se cimentará toda tu vida en la fe verdadera: una fe pura, que hará que no te preocupes por lo sensible y extraordinario; una fe viva y animada por la caridad, que te hará obrar siempre por el amor más puro; una fe viva e inconmovible como una roca, que te ayudará a permanecer siempre firme y constante en medio de las tempestades y tormentas; una fe penetrante y eficaz, que –como misteriosa llave maestra- te permitirá entrar en todos los misterios de Jesucristo, las postrimerías del hombre y el corazón del mismo Dios; una fe intrépida, que te llevará a emprender y llevar a cabo, sin titubear, grandes empresas por Dios y por la salvación de las almas; finalmente, una fe que será tu antorcha encendida, tu vida divina, tu tesoro escondido de la divina sabiduría y tu arma omnipotente, de la cual te servirás para iluminar a los que viven en tinieblas y sombras de muerte, para inflamar a los tibios y necesitados del oro encendido de la caridad, para resucitar a los muertos por el pecado, para conmover y convertir –con tus palabras suaves y poderosas- los corazones de mármol y los cedros del Líbano y, finalmente, para resistir al demonio y a todos los enemigos de la salvación”. (San Luis María Grignion de Montfort)

 

“Por su extraordinaria fe, María ha sido constituida por Dios como iluminadora de la fe de los creyentes”. (San Metodio)

 

“Nuestros daños espirituales dependen de que no tenemos puestos los ojos en la fe de Dios y en lo que él nos manda. Pidamos pues a la Santísima Virgen que por la gran fe que Ella siempre tuvo nos alcance de Dios una fe viva”.

 

FIGURA:

 

De la Virgen se ha dicho “El arrullo de la tórtola se ha oído en nuestros campos”.

 

FUENTE:

 

“La voluntad de Dios es que todo lo tengamos por María. Debemos reconocer que la esperanza, gracia y dones que tenemos dimanan de Ella”. (San Bernardo)

G

GLORIFICACIÓN:

 

“Jesús se ve que quiere ahora glorificarse en su Madre, llevarnos a Él por medio de Ella, de Santa María, la dulce Theotókos”. (B. Jiménez Duque)

 

GRACIA:

 

“Para encontrar la gracia hay que encontrar a María”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“A María se la llama madre de la Gracia”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“Dios Padre creó un depósito de todas las aguas, y lo llamó mar. Creó un depósito de todas las gracias y lo llamó María”. (Pedro de Elles)

 

Dicen los santos que “todo lo que conviene a Dios por naturaleza, conviene por gracia a María”.

 

“Todo el río de las gracias divinas se derramó sobre María en su santificación. En la de otros Santos se infunde una gota de gracia, pero en la de la Virgen, el ímpetu de un río”. (San Vicente Ferrer)

 

“Como no va a ser María... llena de gracia, si ha sido hecha... escala del paraíso, puerta del cielo, interventora del mundo, huida de los demonios, esperanza de pecadores, puerto para los náufragos, estrella del mar, protección de los que están en peligro, consuelo de los agobiados, fortaleza de los que vacilan, verdadera medianera entre Dios y los hombres”. (San Lorenzo Justiniano)

 

“Ave llena de gracia. Esta gracia es la que dio gloria al cielo. Dios a los hombres, fe a los paganos, fin a los vicios, orden a la vida y a las costumbres”. (San Pedro Crisólogo)

 

“Esta es la gracia que hoy te pido: que siempre me acuerde de ti, pero especialmente cuando esté en el combate de las tentaciones. Concédeme la gracia de no dejar jamás de invocarte. De decirte muchas veces: ¡María ayúdame, ayúdame María!”. (San Alfonso María De Ligorio)

 

“Busquemos la gracia, pero busquémosla por medio de María. Que si tu no mereces la gracia que deseas, María lo merecerá y alcanzará, pidiéndola a Jesús en tu favor”. (San Bernardo)

 

“María, puesto que fue templo del Espíritu Santo y tabernáculo donde puso el Señor su descanso; fue también arca preciosa llena de todas las gracias, como calificóla el Arcángel al saludarla diciendo: ¡Dios te salve, oh llena de gracia! (Lc 1, 28)”. (Santa María Magdalena de Pazzi)

 

“Porque tú sola, con preferencia a todos, hallaste gracia; singular, porque tu sola hallaste esa plenitud universal; porque de esa misma plenitud reciben todos”. (San Bernardo)

 

“Bienaventurada la que entre todos los hombres merecía ella sola oír con preferencia a todos: Hallaste gracia”. (San Pedro Crisólogo)

 

“Desde su niñez estuvo María llena del Espíritu Santo, y conforme crecía en edad, crecía también en gracia. Desde entonces resolvió amar a Dios con todo su corazón, de suerte que no le ofendiese ni en obras ni en palabras; menospreciaba todos los bienes terrenos”. (Santa Brígida)

 

San Lorenzo Justiniano hablando de la Virgen dice: “Los que deseemos hallar la gracia, vayamos a la que halló la gracia”.

 

GRATITUD:

 

“Soy deudor de todo a la Virgen Santísima. Ella levantó mi valor. Ella me custodió”. (San Pedro Chanel)

 

GUÍA:

 

“Siguiendo a María no te extravías, implorándole, no pierdes la esperanza, pensando en ella no yerras; si ella te sostiene, no caes; si te protege, no tienes que temer; si te guía, no te cansas; si te es propicia llegas a Puerto seguro”. (San Bernardo)

 

“María es dulce lazarillo que os conducirá al cielo”. (P. José Baeteman)

H

HERENCIA:

 

“Jesucristo tras habernos dado cuanto nos podría dar, quiere aún dejarnos en herencia lo más precioso que él tenia: su santa Madre”. (San Juan María Vianney)

 

HIJOS:

 

Pensemos que somos hijos de dolores y que los placeres no son para nosotros. Jesús nos concibe muriendo. María es nuestra Madre por la aflicción; y al concebirnos de esta suerte, ambos nos consagran a la penitencia (al sacrificio). Los que aman la penitencia son los verdaderos hijos de María; porque ¿dónde halló Ella a sus hijos? ¿Los halló entre los placeres, en la pompa, en las delicias y grandezas del mundo? No, no es ahí donde los encuentra; los encuentra con Jesucristo, y con Jesucristo paciente; los encuentra al pie de la Cruz, crucificándose con él, bañándose en su sangre divina y bebiendo el amor a los sufrimientos en los manantiales sangrientos de sus llagas. Tales son los hijos de María”. (Bossuet)

 

 

   

HOMENAJE:

 

Santo Domingo Savio cada día del mes de mayo narraba algún ejemplo acerca de la Madre de Dios. Esto lo había aprendido de San Juan Bosco que lo hacía también.

 

San José Cafasso en las fiestas de la Virgen no negaba los favores que le pidieran aunque le costara bastante. Lo mismo procuraba hacer Santa Teresita.

 

San Francisco de Sales y San Antonio Claret, los sábados y demás días marianos hacían alguna mortificación en la comida o bebida en honor a nuestra Señora.

 

San Alfonso le ofrecía leer cada semana alguna página que tratara de Ella.

 

San Buenaventura decía: “Mi homenaje a la Madre de Jesús es tratar de imitarla en su fe, en la palabra de Dios y en sus favores a los demás”.

 

HONRA:

 

“Oíd los que suspiráis por el reinado de Dios. Honrad a la Virgen María y hallaréis la vida del alma y la eterna salvación”. (San Buenaventura)

 

“Honrad a María y alcanzaréis la vida eterna” (San Buenaventura)

 

“Si honramos a María es para honrar más perfectamente a Jesucristo”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“Lo que particularmente debe movernos a honrarla, es el gran bien que de ella recibiremos”. (San Juan Bautista de la Salle)

 

“Para honrar a su Madre anticipó la hora de empezar a obrar milagros”. (San Basilio)

 

HUMILDAD:

 

“Mis esfuerzos serán vanos, si mi Patrona la Virgen María no me concede el odio a mí mismo y el amor a los desprecios”. (San Cayetano)

 

Santa Matilde narra que en una visión celestial le fue dicho que “la virtud en la cual se ejercitó la Madre Celestial fue la virtud de la humildad”.

 

“Por los méritos de tu admirable humildad, alcánzame de tu Hijo la gracia de poseer un corazón humilde, semejante al tuyo”. (San Alfonso María De Ligorio)

 

“A través de su profunda humildad, manifestada al ángel. He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu voluntad (Lc 1, 38) en un solo instante mereció más ella que los ángeles y los santos habidos y por haber”. (San Bernardino de Siena)

I

IGLESIA:

 

“María es el corazón de la Iglesia”. (San Antonio María Claret)

 

“No hay en la Iglesia verdadera vida interior, ni ciencia ni sabiduría místicas, ni conocimiento íntimo de Cristo, ni penetración seria en los misterios y comunicación profunda de la gracia de que están llenos sin el intermedio y concurso de la Santísima Virgen”.

 

“Bienaventurada tú, Oh Iglesia!, pues sale de ti el profético grito de júbilo de Isaías: He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz. ¡Oh misterio patente de la Iglesia”. (San Efrén)

 

“María es el arquetipo de la Iglesia y la Iglesia no es plenamente Iglesia más que en Ella”. (O.P. E. Schillebeekx)

 

“Ambas, María y la Iglesia, son a la par vírgenes y madres; porque, como María a Jesús, la Iglesia nos concibe por el Espíritu y nos da a luz sin dolor, y ambas permanecen también vírgenes en el parto”. (Beda el Venerable)

 

“Ved Hijos de no abandonar nunca este lugar. Si fueses echado de él por una puerta, entrad por la otra, pues este lugar es Santo y morada de Cristo y de su Madre Virgen”. (San Francisco refiriéndose a la primera iglesia y convento de Nuestra Señora de los Ángeles o Santa María de la Porciúncula, donde empezó la obra franciscana)

 

 

IMÁGENES:

 

“Las imágenes instruyen a los que no leen. Enseñan sin tener que leer. Son lecciones objetivas. Hacen que los misterios de nuestra religión en los que participó la Santísima Virgen, por ejemplo la Encarnación, el Nacimiento de Jesús, su Infancia, su Pasión y su Muerte etc., se graben fácilmente en la memoria por la persistente repetición de esas representaciones ante la vista. Excitan el afecto y la devoción hacia Nuestra Madre Celestial, pues se graban más por lo que se ve que por lo que se oye”. (Santo Tomás de Aquino)

 

IMITACIÓN:

 

“Los Santos han intentado en la medida de sus fuerzas asemejarse a Cristo, imitarle y reproducirle, ya que en eso consiste nuestra perfección, sin embargo, ninguno lo consiguió totalmente sino solo en parte; y así uno en la humildad, otro en la castidad, otro en la mansedumbre. Solamente la Virgen lo imitó en todo”. (Sto. Tomás De Villanueva)

 

“Los santos dicen que para ser buen devoto suyo hay que imitarla en la humildad, en la castidad, en la mansedumbre y en la misericordia hacia los necesitados: Sean los hijos de María sus imitadores en la castidad, en la humildad, en la mansedumbre y en la Misericordia”. (San Buenaventura)

 

“No descuidemos en imitar su mansedumbre pudorosa y  recatada, su humildad de corazón, su inquebrantable fidelidad y su ánimo compasivo”. (San Bernardo)

 

“En vano pretendemos honrar a María si no nos hallamos movidos del deseo de asemejarnos a Ella”. (San Bernardo)

 

INMACULADA:

 

“El gran Alfonso Salmerón, refiriéndose a la Inmaculada Concepción de la Virgen, admirablemente resumió este privilegio, utilizando los mismos términos de Juan Duns Escoto, “pudo, convenía, luego lo hizo”: “Dios podía hacerle esta gracia; convenía además que se la hiciera; por tanto sin duda se la hizo”.

 

“Será especialmente en los últimos tiempos cuando la Inmaculada, en su calidad de Esposa del Espíritu Santo, se dará a conocer como Medianera”. (San Maximiliano Kolbe)

 

INTERCESIÓN:

 

“Por Ti María se abrió para nosotros el camino de la vida eterna. Por Ti nos vemos libres de tantos remordimientos. Por Ti salimos vencedores en muchos peligros de alma y cuerpo. Por Ti recibimos incontables gracias de Dios”. (San Germán de Constantinopla)

 

“Entre mis devociones a la Santísima Virgen María, he resuelto no pedir nada a Dios en ninguna oración, que no sea por intercesión de María”. (San Claudio De La Colombière[3])

 

“Señora, tú tienes influencia de Madre ante Nuestro Redentor. Puedes pues obtener el perdón y la conversión aún a los más perversos pecadores. Si el Salvador te reconoce como a su amantísima Madre, no te negará cuanto le pidas en favor nuestro”. (San Germán De Constantinopla)

 

INVOCACIÓN:

 

“Ven, Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, tu esposa amadísima”. (San Anselmo)

 

“Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, concédeme en esto, como en todos mis pensamientos, mis palabras y acciones, vuestro socorro todopoderoso y la gracia de pedíroslo sin cesar”. (Carlos De Foucauld invoca a la Virgen su auxilio para escribir sus meditaciones)

 

“¡Oh Pura, inmaculada y bendita Virgen, Madre, sin pecado, de tu Hijo, el poderoso Señor del universo! A Ti cantamos, Santa y dulcísima María. Te bendecimos porque eres llena de gracia; porque llevaste en tu seno al Dios hecho hombre. Te invocamos e imploramos tu ayuda. Rescátanos, ¡Oh Santa y limpia María!, de toda necesidad y de las tentaciones del demonio”. (San Efrén)

 

“Soy toda tuya, Santísima Virgen, para ser más perfectamente de Dios. Y pues te pertenezco, enséñame a imitar tu santa vida, mediante el cumplimiento de lo que Dios quiere de mí. Con toda humildad reclamo tu ayuda; tú que conoces mi debilidad y ves mi corazón, dígnate suplir con tus súplicas lo que yo deje de hacer por mi impotencia y negligencia, y puesto que es de tu amado Hijo mi Redentor, de quien has recibido las heroicas virtudes que has practicado en este mundo, une el espíritu de mis acciones a su santa presencia, para gloria de su santo amor. ¡Que toda criatura honre tus grandezas, te mire como el medio seguro para ir a Dios y te ame con preferencia a cualquiera otra pura criatura, y que todas ellas te tributen la gloria que mereces como Hija muy amada del Padre, Madre del Hijo y digna Esposa del Espíritu Santo!”. (Sta. Luisa de Marillac)

J

 

JACULATORIA:

 

“Me congratulo contigo, oh Virgen y Madre Mía, y me alegra que la mano del Señor te haya hecho tan hermosa, tan Santa y tan pura”. (Jaculatoria preferida de San Francisco Solano)

 

“Dulce corazón de María, sed la salvación mía”. (La Santa Sede concedió indulgencias a esta jaculatoria el 30-IX-1852)

“Muestra que eres Madre”. (Jaculatoria favorita del Beato Antonio Baldinucci)

 

“¡Oh Jesús y María! El amor que os tengo me hace desear la muerte para poder estar unidos en el cielo; pero es tan grande este amor, que me hace pedir larga vida para ganar almas para el cielo. ¡Oh amor! ¡Oh amor! ¡Oh amor!” (A. María Claret)

 

María, Madre de Dios” fue la jaculatoria preferida de José de la Madre de Dios, (nombre que adoptó San José de Calasanz)

 

“Señora, ponme con Jesús”... “Ponme con Jesús Señora”. (San Ignacio de Loyola)

 

“Ruega por nosotros, oh Santísima Señora, Reina y Madre de Dios”. (San Atanasio)

 

“A tus pies me arrojo reconociendo tu poder, oh Virgen Santa, soberana princesa”. (San Epifanio)

 

“Pide a Dios, oh celestial Señora, que nos haga santos”. (San Crisóstomo)

 

“Míranos, Señora, con ojos propicios desde la elevación de tu trono”. (San Basilio)

 

San Agustín repetía siempre esta oración, que después tomó la Iglesia de él: “Santa María, socorre a los miserables”.

 

“¿Qué será de nosotros, Santísima Madre de Dios, si tú nos desamparas?”. (San Germán de Constantinopla)

 

San Bernardo exclamaba a cada paso: “Tú eres nuestra Soberana, nuestra medianera y nuestra abogada”.

 

Santo Domingo de Guzmán antes de empezar a rebatir, instruir o dar un sermón, se postraba delante de una imagen de la Virgen e imploraba su protección con esta bella oración que adoptó después la Santa Iglesia: “Dígnate, Virgen Santísima, de alcanzarme gracia para que te alabe dignamente. Consígueme virtud y fortaleza para combatir y vencer a tus enemigos”.

L

LAMENTACIÓN:

 

“Señora mía ¿Será posible que me olvides?”

 

LEMA:

 

“Dios y Vos”. (El vos se refiere a la Virgen. Lema del Marqués de Santillana)

 

“Todo a Jesús por María, todo a María por Jesús”. (San Marcelino Champagnat)

 

“Vivir la vida de Jesús en María”. (lema sulpiciano inspirado en San Luis María Grignión de Montfort)

 

“Vivir a María”. (lema de los focolares)

 

Totus tuus”. Todo Tuyo[4]. (lema mariano de Juan Pablo II)


 

 

LIBERTAD:

 

“Dichosos los fieles esclavos de la Reina del cielo, porque gozarán de la verdadera libertad, Servirte a ti es la libertad”. (Santa Cecilia)

M

 

MADRE:

 

“María es Madre de los hijos de Dios”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“María es Madre de los miembros de Cristo”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“María nos ama, alimenta, conduce, defiende e intercede siempre”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“Ciertamente, hermanos. Ella es verdaderamente nuestra Madre. Por Ella hemos nacido, por Ella nos alimentamos, crecemos por Ella... Es, por tanto más Madre para nosotros que nuestra Madre”. (San Elredo de Rieval)S QUE NO LLEGÓ A LEER

 

“A los niños nunca se les cae de la boca el nombre de su Madre, y ante el más mínimo temor ya están gritando: ¡Madre!, ¡Madre! Esto es lo que deseas de nosotros, Madre suavísima, Madre amorosísima, que siempre nos hagamos niños pequeños y acudamos a ti en los peligros y te llamemos en nuestro auxilio, porque tú no quieres ayudar y salvar como salvaste a cuantos hijos acudieron a ti”. (San Alfonso María de Ligorio)

 

La Iglesia da también a la Virgen el título de “Madre de los agonizantes”.

 

“¡Madre al morir dame un sacerdote!”. (gracia alcanzada por un Irlandés)

 

Declaró la Virgen a Santa Brígida que “con gusto hace de Madre de los pecadores, con tal que tenga sincero deseo de enmendarse”.

 

“Esta es la Madre nuestra que ha de llevarnos al paraíso; esta es la que nos ha de ayudar en la hora de la muerte. Pobres de nosotros si no tuviéramos esta gran Madre”. (San Alfonso María de Ligorio)

 

“María ama, ayuda y recibe como a hijos a quienes acuden a Ella con devoción y confianza”. (San Buenaventura)

 

“Este nombre (Mamá), me viene espontáneamente a los labios. ¡Oh, Mamá mía! ¡Viva Jesús! ¡Viva María!”. (Santa Gema)

 

“¡Oh María! estás tan llena de piedad y misericordia en favor de todos los necesitados y miserables, que la compasión parece que te rodea por todas partes, y que no tienes otro deseo que socorrer al que padece, ni otra ocupación que estar atenta a lo que les falta y a lo que te piden para darles con solicitud maternal”. (San Buenaventura)

 

“Con su poder delante de Dios, nos alcanzará lo que le pedimos; como Madre quiere concedérnoslo. Y también como Madre entiende y comprende nuestras flaquezas, alienta, excusa, facilita el camino, tiene siempre preparado el remedio, aun cuando parezca que ya nada es posible”. (Beato José María Escrivá de Balaguer)

 

“María quiere ciertamente que la invoquemos, que nos acerquemos a Ella con confianza, que apelemos a su maternidad, pidiéndole que se manifieste como nuestra Madre”. (Beato Escrivá de Balaguer)

 

“Pero es una Madre que no se hace rogar, que incluso se adelanta a nuestras súplicas, porque conoce nuestras necesidades y viene prontamente en nuestra ayuda, demostrando con obras que se acuerda constantemente de sus hijos”. (Beato José María Escrivá)

 

“La Virgen María me tomó por hija y yo le dije: Madre de Jesús y Madre mía, vos sabéis que las madres dan su leche a sus hijitos; haced vos lo mismo conmigo. ¡Oh dulce madre mía!”. (Santa María Magdalena de Pazzi)

 

En una estampa editada en Madrid encontré lo siguiente: por un lado la figura de la Virgen dibujada con finas pinceladas y dos palabras con caracteres gruesos:

 

 

¡MARÍA MATER!

En el otro lado de la estampa rezaba así:

Quienquiera que seas, en cualquier situación o circunstancia:

Prueba a decir estas dos únicas palabras:

¡MARÍA! ¡MADRE!

Mejor todavía:

Prueba a decir:

¡MARÍA! ¡MADRE!

Nada más, con la intención de dejar encerrado en estas dos únicas palabras todo lo que eres todo lo que tienes y todo lo que puedes”.

 

“Soy Madre de todos los justos, y de los pecadores que se quieren enmendar y corregir, y no ceso de defenderlos y librarlos de todos los peligros de salvación”. (palabras que le dirigió la Virgen a Santa Brígida)

 

“Nuestras madres pasan, mueren; tú María, Madre de nuestras madres, eres la gran Madre que no muere. Han pasado veinte siglos y estás más viva hoy que cuando cantaste el Magníficat y profetizaste que todas las creaturas te llamarán bienaventurada. Tú vives y permaneces porque Dios quiere que todas las generaciones te sientan y te tengan por Madre”. (Beato Luis Orione)

 

MADRE DE DIOS:

 

“Cuanto digamos en alabanza de María, todo es poco en comparación de lo que Ella se merece por su dignidad de Madre de Dios”. (San Agustín)

 

“La Madre de Dios fue exaltada sobre todos los ángeles”. (Santo Tomás de Aquino)

 

“Basta con decir que María es Madre de Dios (y lo decimos porque Ella es Madre de uno que es Dios) y con eso quedan dichos todos los elogios que de Ella pueden decir”.

 

MAGNIFICAT:

 

“Cantando el Magnificat, a la Virgen María le fue concedido, en su juventud, el presentir en una visión profética que, por medio de la venida de su Hijo, los humildes no serían humillados, sino que siempre tendrían su lugar en la familia humana”. (Hermano Roger)


 

 

MANIFESTACIONES:

 

Santa Matilde rogó insistentemente a la Virgen Santísima que la asistiera a la hora de la muerte y acogiendo benignamente su súplica la Madre de Dios se manifestó a la implorante, diciéndole: “Sí que lo haré, pero quiero que por tu parte me reces diariamente tres Avemarías, conmemorando, en la primera, el Poder recibido del Padre Eterno; en la segunda, la Sabiduría con que me adornó el Hijo; y, en la tercera, el Amor de que me colmó el Espíritu Santo”.

 

Santa Gertrudis cierto día escuchó en el coro de su convento benedictino, mientras cantaban el Avemaría: “Después del Poder del Padre, de la Sabiduría del Hijo y el Amor misericordioso del Espíritu Santo, nada se acerca ni parece al poder, sabiduría y misericordiosa ternura de María”.

 

Cierto día Dios le dijo a Santa Margarita Ma. Alacoque: “Te deposité en manos de mi Madre para que Ella te moldease conforme a mis designios”.

 

MARIANO:

 

“Al siglo XX se debería llamar MARIANO, pues ha tenido la suerte de experimentar una tutela más visible de la Madre de Dios y su poderoso patrocinio”. (S.S. Pío XII)

 

MARÍA:

 

     EL NOMBRE DE LA VIRGEN ERA MARÍA (Lc 1, 27)

 

Este párrafo de San Bernardo, es uno de los más célebres sobre la Virgen, el mismo que se encuentra al final de la segunda homilía, de las cuatro escritas por el santo sobre las palabras del evangelio de San Lucas: super Missus est, que llamó las excelencias y loas de la Virgen Madre, (escrito mejor conocido por el nombre de Las grandezas incomparables de María)

 

“Se llama a María Estrella del Mar, y cae muy bien este apelativo a la Madre-Virgen. Pues con muchísima propiedad se la compara con la estrella; porque lo mismo que la estrella despide su resplandor sin merma propia, así la Virgen da a luz a su hijo sin daño propio. Ni el rayo de luz disminuye a la estrella su claridad, ni el Hijo a la Virgen su integridad.

 

Ella es, pues, la ilustre estrella de Jacob, cuyos rayos iluminan el universo entero, cuyo resplandor brilla en las alturas y penetra en las profundidades.

 

Tú quien quiera que seas, que te sientes fluctuar por la resaca de este siglo, entre borrascas y tempestades más que caminar por la tierra, no apartes tus ojos del resplandor de esta estrella, si no quieres naufragar.

 

Si se levantan los vientos de las tentaciones, mira a la estrella, llama a María. Si eres juguete de las olas de la ambición, calumnia, envidia, mira a la estrella, invoca a María. Si la indignación o la avaricia o los atractivos de la carne golpean la nave de tu mente, mira a María. Si turbado por la monstruosidad del crimen, confundido con la fealdad de la conciencia, o atemorizado por el horror del juicio, comienzas a sentir el vértigo de la tristeza, de la desesperación, piensa en María, invoca a María.

 

Que no se aparte de tu boca, que no se aleje de tu corazón. Y para conseguir el apoyo de su oración, no abandones el ejemplo de su buena vida. Siguiéndola, no te desvías; rogándola, no te desesperas; pensando en Ella, no yerras. Teniéndote Ella en su mano no puedes caer; protegiéndote, no temes; guiándote, no te fatigas; si ella te ampara llegas al puerto; y así, en ti mismo experimentas con cuánta razón se dijo: el nombre de la Virgen era María.”

 

“Saludad a María; pensad en María; nombrad a María; honrad a María, glorificad siempre a María; volved vuestros ojos a María; encomendaos a María; recogeos en vuestra habitación con María; callad con María; alegraos con María; doleos con María; trabajad con María; velad con María; orad con María; andad con María; sentaos con María; buscad a Jesús con María; llevad con María a Jesús en vuestros brazos; habitad en Nazaret con Jesús y María; id con María a Jerusalén; estaos al pie de la cruz con María; desead vivir y morir con Jesús y María. Haced esto, y viviréis para siempre felices”. (Tomás de Kempis)

 

“El nombre de María es júbilo en el corazón, miel en la boca y melodía en los oídos”. (San Antonio de Padua)

 

El nombre de la Virgen era María. Es un nombre dulce, nombre delicioso, nombre que consuela al pecador y nombre de dichosa esperanza para los que confían arribar al cielo. ¿Qué es María, sino estrella del mar, o sea, claro itinerario hacia el puerto para los que fluctúan en las amarguras? Oh bendito nombre, amable para los ángeles, terrible para los demonios, saludable para los pecadores y suave para los justos”. (San Antonio de Padua)

 

“Cada letra de estas cinco de este nombre glorioso encierra una dignidad y título de Señora. M. quiere decir Madre. A. Alteza. R. Reina. La I. quiere decir Intercesora. La A. Abogada. De esta manera cada vez que decís Ave María, honráis y nombráis a esta Virgen diciendo: Bendita seáis Vos, Madre de Dios y nuestra, más alta que los Ángeles, Reina de los cielos, intercesora de los que os llaman con fe, Abogada de todos”. (San Alonso de Orozco)

 

“Indigno soy yo de nombrar su santo nombre, nombre tan bello María. Pero Tú eres digna, oh gran Madre, no solo de ser nombrada cada hora, sino de ser impresa en lo más hondo de nuestro pecho; bendice, pues, bendita entre todas las mujeres, bendice este mi pobre corazón, esta mi pobre lengua; dame vigor, espíritu y fuego para celebrar dignamente tus grandezas; haz única Señora mía, que esta tarde yo no exprese una idea sin incendiar un corazón...de manera que sea lo mismo para cuantos aquí se encuentran, escucharme a mí y amarte a ti, María. María, si, María nombre de amor; María, si, María nombre de dulzura; María, si, María imán de amor, que encadena las almas y rompe los corazones”. (San Leonardo de Porto Mauricio)

 

“Ante el solo nombre de María ya tiemblan los demonios”. (San Bernardo)

 

San Efrén dice que “el nombre de María es llave del cielo para los que lo repiten con fe y frecuentemente”.

 

“Nombrar a María es principio de santificación”. (San Jerónimo)

 

“Si hay entre los mortales algún nombre tan hermoso, preclaro y lleno de gracia que merezca ser escrito, leído, alabado, pintado y esculpido es el de María, ya que es digno de estar siempre ante los ojos, en los oídos y en las mentes de todos los hombres y de ser pronunciado privada y públicamente con inmensa reverencia”. (San Pedro Canisio)

 

“Tu santísimo nombre, puesto incesantemente en boca de tus siervos y pronunciado en toda ocasión lugar y tiempo, no es solamente indicio, sino también causa de vida, de alegría y de auxilio”. (San Germán de Constantinopla)

 

“El nombre de María, Madre de Dios, sea la última palabra de mi lengua, para que, llevándola como ramo de oliva en los labios, vuele y descanse como paloma, en el arca de la salvación del paraíso”. (San Germán de Constantinopla)

 

“María purísima, María dulcísima, concédeme, por favor que tu nombre sea de hoy en adelante la respiración de mi alma. Señora que siempre que te llame en mi socorro, no tardes en acudir, pues en todas las tentaciones que me asalten y en cuantas necesidades me vea, propongo acudir a ti, repitiendo: María, María. Así espero hacerlo en la vida, y así espero hacerlo particularmente en la hora de la muerte, para ir luego a alabar tu nombre querido en el cielo por toda la eternidad”. (San Alfonso María De Ligorio)

 

“María purísima, María amabilísima concédeme que tu nombre no se aparte jamás de mis labios”. (San Alfonso María De Ligorio)

 

“Se trata de la descripción del nombre de la Virgen, el que puede interpretarse de cuatro maneras distintas: como luz, estrella, amargura del mar y, finalmente, como Señora, que es lo que significa en la lengua siria. Luz porque nos ilumina en nuestras dudas; estrella polar, porque nos guía en nuestras travesías; amargura del mar porque ella combate los atractivos del mundo; Señora, porque nos protege en la adversidad. Ella es, pues, la que ilumina nuestras tinieblas, esclarece el flujo y reflujo de nuestras tentaciones como una estrella pacífica sobre este inmenso mar del mundo; como la amargura del mar, transforma en muy desagradables los deleites peligrosos; calma y suaviza nuestras adversidades, porque es nuestra Señora”. (San Alberto Magno)

 

MÁRTIR:

 

“No os admiréis, hermanos de que María sea llamada mártir en el alma”. (San Bernardo)

 

MATERNIDAD:

 

L. Deiss, Teólogo moderno hace estar reflexión: “Toda maternidad humana posee una vocación mariana, en cuanto que es llamada a reproducir misteriosamente la maternidad de María. En otros términos: en cada hijo que nace a la vida natural y renace a la vida de la gracia, los padres deben ver otro Cristo que engendrar, otro Cristo que “criar” en el sentido pleno de esta palabra y, finalmente, otro Cristo que ofrecer al Padre”.

 

MEDALLA:

Juan Claudio Colin, fundador de la Sociedad de María y gran educador, refiriéndose a la Medalla Milagrosa, en 1839 dijo: “¿Por qué se ha dado al mundo esta medalla que vierte ríos de gracias? Sin duda porque la sangre del Cordero va a ser derramada y porque la guerra y el hambre van a invadir nuestra tierra. Yo quisiera que todos nuestros alumnos llevaran esta Santa Medalla. Desearía también que la que trae la conversión del alma fuera clavada en nuestras puertas”.        

 

MEDITACIÓN:

 

San Vicente Ferrer, en una de las partes de sus opúsculos sobre la Contemplación de la Pasión escribe lo siguiente: “El Sábado pensaréis en la parte interior de la cruz. La gloriosa Madre de Dios, como Emperatriz en su imperio, y reina en su sede y tesorera de gracias, la cual enriquece a los pobres del tesoro de la cruz. Pensando en su dignidad y privilegios le haréis las súplicas debidas”.

 

MENSAJE:

 

“No te desanimes, yo nunca te abandonaré, mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios”. (La Virgen de Fátima en su mensaje a Lucía el 13 de junio de 1917)

 

“Tú al menos procura consolarme” (La Virgen de Fátima a Sor Lucía)

 

Don Bosco en uno de sus sueños proféticos recibió este mensaje celestial sobre el Dios te salve María: “Con el rezo del DIOS TE SALVE MARÍA en el Santo Rosario, los fieles lograrán destruir los ataques de los enemigos del alma.

 

MIRADA:

 

“Basta mirar a la Virgen para encontrar la paz del corazón, la serenidad del espíritu, la claridad de las cosas”. (S.S.Juan XXIII)


 

MISERICORDIA:

 

“Está muy bien que alabemos la humildad de María y admiremos su virginidad. Pero siendo miserables pecadores, lo que más nos cautiva y agrada es oír hablar de su misericordia”. (San Bernardo)

 

“Que no tema nunca un pecador el ser abandonado si recurre con FE a su compasión; porque Ella es Madre de misericordia y por lo tanto prefiere a los más miserables y más necesitados de ayuda”. (San Luis María De Ligorio)

 

“La misericordia de Dios la hizo extremadamente misericordiosa con los pecadores y necesitados”. (Santa Brígida)

 

“¿Quién podrá desesperar de la misericordia de Dios, teniendo la misericordia de María?”. (San Bernardo)

 

“Por ti Oh María: los miserables obtienen misericordia. Los ingratos vuelven a conseguir la gracia del Señor. Los pecadores obtienen el perdón. Los débiles logran obrar maravillosas”. (Autor antiguo)

 

MISIÓN:

 

“Si se ama a María, hay que participar en su angustia por las almas e ir a buscarlas”. (Frank Duff)

 

MISTERIO:

 

“Él permanece en ti y tú en Él, le vistes y eres vestida por Él. Le vistes de carne y Él te viste con la gloria de su majestad. Tú vistes al sol con una nube y tú misma apareces revestida del sol”. (San Bernardo)

 

“El misterio de María se encuentra en el misterio de Jesús”. (B. Jiménez Duque)

 

MODELO:

 

“La práctica esencial de la devoción a María consiste en tomar a la Santísima Virgen como modelo acabado de tus acciones”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“María es modelo de todas las virtudes”.

 

“Es modelo porque ahora el concilio ha dado mucho relieve al pueblo de Dios; María es la laica por excelencia, es la virgen, el ejemplo de toda novia, de toda esposa, de toda madre, de toda viuda. Ella es sobre todo, para el Movimiento, la discípula por excelencia, la cristiana perfecta, la palabra de Dios viva”. (Chiara Lubich, italiana, fundadora de la “Obra de María”- Movimiento de los Focolares, iniciado en 1943)

 

MORADA:

 

María habita en los verdaderos cristianos”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“No creas que haya mayor felicidad a morar en el seno de Abraham que se llama Paraíso, que en el seno de María, donde el Señor ha colocado su trono”. (Abad Guerrico)

N

NACIMIENTO:

 

“Tu nacimiento, ¡Oh Virgen María!, fue alegre nueva para el mundo, porque de ti nació el sol de justicia, Cristo, nuestro Dios que destruyendo la maldición nos dio la bendición, y derrotando a la muerte, nos hizo merecedores de la vida eterna”.

 

NOBLEZA:

 

“María es pues, reina, duquesa y emperatriz. Dios derramó en Ella más nobleza que en cualquier otra criatura. Y todas estas noblezas le fueron dadas para que se las comunicara a Cristo”. (San Bernardino de Siena)

O

OBEDIENCIA:

 

“El nudo de la desobediencia de Eva quedó suelto por la obediencia de María”. (San Ireneo)

 


 

OBRA:

 

“Nosotros tenemos que llegar a emprenderlo todo en nuestra vida con, por y en María, y nada sin María”. (P. José Kentenich)

 

OBSEQUIOS:

 

San Antonio Claret y San Francisco de Sales repartían por miles y miles, hojas con oraciones de la Virgen Santísima.

 

OFICIO:

 

“Si temes que Dios te rechace airado por tus pecados, recurre a la esperanza de los pecadores que es María. Ella no puede rechazarte, pretextando que eres muy miserable, porque precisamente su oficio es el de prestar ayuda y asistencia a los miserables”. (San Buenaventura)

 

“Tu oficio Oh María es el de Pacificadora entre Dios y los pecadores, imitando a tu Hijo, el grande, el primerísimo Pacificador Universal”. (Guillermo de París)

 

OFRECIMIENTO:

 

“Yo te saludo, dulcísima Virgen María, Madre de Dios. Tú eres mi Madre y mi Soberana; por eso te suplico que me aceptes por hijo y servidor porque yo no puedo tener otra Madre que tú. Por tanto, yo te suplico, Madre dulcísima, que me gobiernes y defiendas en todos mis caminos y acciones”. (San Francisco De Sales)

 

 

OFRENDA: 

 

“Si quieres ofrecer algo a Dios, procura presentarlo por las manos agradabilísimas y dignísimas de María, si no quieres ser rechazado”. (San Bernardo)


 
P

PALABRA:

 

“Lo que no consigue el temor del infierno, el juicio, de la muerte, lo consigue el sermón de mi Madre querida, María”. (San Leonardo de Porto Mauricio)

 

PARAÍSO:

 

“María es el paraíso de Dios”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

PASTORA:

 

“Ninguna Pastora tiene tanto cuidado de sus ovejas como María Santísima de las almas que Ella toma a su cuenta”. (San Antonio María Claret)

 

PAZ:

 

San Epifanio refiriéndose a la Virgen decía: “Por vos nos fue dada la paz celestial”.

 

PENSAMIENTO:

 

“María nos lleva a la madurez en Jesucristo”. (San Luis María Grignión de Montfort).

 

“El demonio no tuvo ni tendrá jamás entrada donde esté María”. (San Luis María Grignión de Montfort).

 

“Feliz el alma en quién ha sido plantado el árbol de la vida que es María”. (San Luis María de Montfort).

 

“Si quieres comprender a la Madre, trata de comprender al hijo, pues ella es la digna Madre de Dios”. (San Eucario - San Bruno de Asti).

“Piensa en María y obrarás como Jesús”.

 

“Por María vino Jesucristo a nosotros, y por ella debemos nosotros ir a El”. (San Bernardo)

 

“María en su pequeñez fue colmada de grandeza”.

 

“Pedid a la Virgen vuestra santidad y seréis santos”.

 

“Amé a Jesucristo cuando conocí a María”.

 

“Buscando al hijo de Dios, encontré a su Madre”.

 

“María es la dispensadora de la Misericordia, y la portadora del fuego del amor divino”. (Santa Catalina de Siena)

 

“Nadie tendrá a Jesucristo por hermano que no haya querido tener a María por Madre”.

 

“Servidla y honradla, a fin de que aquel que vino a nosotros por ella, por ella en su gloria nos reciba”.

 

“María es la esclava misteriosa por la cual Dios baja a la tierra y los hombres suben al cielo”. (S. Fulgencio)

 

“Gusanillo eres, hormiga eres, que andas por la tierra y está la Virgen, Reina, rogando por ti en el cielo”. (San Juan de Ávila)

 

“María es la más amable, la más amada y la más amante de todas las criaturas”. (San Francisco de Sales)

 

“Como el Hijo de Dios se ha dignado descender a nosotros por ti, así debemos nosotros ascender a Él por ti”. (San Pedro Damián)

 

“María es la compañera oficial y permanente de Cristo en toda la obra de la Redención”. (P. José Kentenich)

 

“Cuando tu Hijo venga a juzgar en justicia toda la tierra, lo verán y llorarán cuantos, creyéndolo, no quisieron confesarte a ti, Madre de Dios; entonces conocerán al fin, de qué tesoro con perverso ánimo se privaron”. (San Germán de Constantinopla)

 

“Nadie se llena del pensamiento de Dios sino por Ella”. (San Germán de Constantinopla)

 

“María Virgen es la abogada de los pecadores, la gloria y la corona del justo. Es la Esposa de Dios y morada de la Trinidad y un lugar de reposo especial para el Hijo”. (San Buenaventura)

 

“Un corazón teñido de un profundo amor a María, atrae al Espíritu Santo”. (P. José Kentenich)

 

“¡Cuantas verdades marianas que aún permanecen escondidas en las fuentes esperan una inteligencia potente y penetrante que las haga explícitas y las presente más claras! En este campo tan amplio y delicado hay todavía muchas cosas por hacer y algunas otras por revisar”. (Roschini)

 

“En ella hay una catolicidad del corazón”. (Hermano Roger)

 

PERMANENCIA:

 

“Es cosa buena para nosotros estar en María, mejor poner en Ella nuestra morada, óptima cosa permanecer por siempre”. (San Pedro Damiano)

 

PERSEVERANCIA:

 

“María se llama Madre de la perseverancia y la ha prometido a sus servidores”. (San Alfonso de Ligorio)

 

“Hijos, si deseáis la perseverancia, sed devotos de Nuestra Señora”. (San Felipe Neri)

 

“Si amo a María estoy seguro de mi perseverancia final”. (San Stanislao)

 

San Francisco de Borja, el segundo sucesor de San Ignacio en la Compañía de Jesús, atribuía a la Virgen la perseverancia y vocación de sus miembros: “No contaría con la perseverancia de nuestros religiosos, si no atribuyera a María la gracia de su vocación”.

 

“Si amo a María estoy seguro de mi perseverancia en el bien y de alcanzar de Dios cuanto necesite”. (San Juan Berchmans)

 

“Oh querida Madre, te amaré siempre hasta el último instante de mi vida, porque si he logrado perseverar en el amor de Dios ha sido por tu ayuda poderosa y amable que nunca me ha faltado”. (Santa Gema)

 

PETICIÓN:

 

“María haz que tu humildad profunda sustituya a mi orgullo”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“María, hazme partícipe de tu fe”.

 

“Virgen María nuestra Señora, llena de gracia y de misericordia, yo indigno os pido humildemente que no muera de muerte violenta, a fin de que mi alma no salga de este mundo sin una confesión perfecta y sin haber dado satisfacción de mis pecados. Oh Virgen Santa, por amor a vuestro Santísimo Hijo, pedid por mí pecador. Amén”. (San Pedro Claver)

 

“Madre Santísima antes de morir concédeme exclamar: Encomienda mi espíritu a tu Hijo”.

 

“Señora: perdona mi atrevimiento. Pero te pido que vengas en persona a acompañarme y consolarme con tu presencia en mis últimos momentos. Esta gracia que a tantos has concedido, yo también lo deseo”. (San Alfonso María de Ligorio)

 

“No solo te pido que me ayudes en los bienes materiales sino sobre todo que me obtengas el vivir siempre en gracia de Dios, el tener un gran amor a tu Hijo, el cumplir exactamente su santa voluntad durante toda mi vida y el obtener el Paraíso para amarlo eternamente”. (San Alfonso María De Ligorio)

 

“Un último favor: que la sentencia pase por manos de María”. (San Alfonso María de Ligorio)

 

“Madre mía, si en la eternidad tengo que ser tan infeliz que no pueda amar a mi buen Dios, alcánzame la gracia de que al menos en este mundo sí lo logre amar con todo mi corazón”. (San Francisco de Sales)

 

“Concédeme oh Madre a nuestros corazones un poco de ese amor de Dios que has recibido en tanta abundancia, y has que después de haber amado y honrado en la tierra a tu Hijo, logremos ir a alabarlo y bendecirlo en el cielo por toda la eternidad. Amén”. (San Bernardino de Siena)

 

“Señora: aumentad nuestra fe”. (Santa Teresa)

 

“Madre Mía, modela mi corazón”.

 

“¡Nunca! paloma mía, nunca me desampares, nunca me olvides, nunca me abandones, nunca, nunca, nunca”.

 

“Madre Santa, convierte mi corazón en un Santuario para que habites siempre en él”.

 

“Sal fiador por Mí, Virgen de los eternos amores”.

 

“Concédeme Espíritu Santo conocer y penetrar en los misterios sagrados del Corazón Virginal de vuestra amadísima Esposa”.

 

“Ruégote buen Jesús, por el amor que tú tienes a tu Madre, me concedas amarla de veras, como de veras amas tú y quieres que sea amada”. (San Anselmo)

 

“Oh María, Trono de la Sabiduría: enséñame a estudiar”. (Oración que Don Bosco enseñaba a sus alumnos)

 

“Hazme digno de Ti, Virgen Santa”.

 

“No quiero nada Virgen amada, que no desees Tú”.

 

PLEGARIA:

 

“Señora ¿No me habéis de valer?”. (Plegaria de San Francisco Javier)

 

“¡Virgen Santísima, hacedme Santa!”. (Plegaria preferida de Santa Gema Galgani)

 

“¡Oh María madre mía yo te doy mi corazón!”.

 

“¡Oh, soberana María! ¡Oh, Reina Celestial! Llenad toda la extensión de la tierra de vuestra protección. Tomadla toda bajo vuestro amparo. Reinad, después de Dios, sobre todo lo que no es Dios; pero reinad principalmente sobre todos nosotros, para que militando bajo vuestro imperio, consigamos la victoria de ver a Dios y gozar en vuestra amabilísima compañía por todos los siglos”. (San Antonio María Claret)

 

“¡Oh Soberana mía!, acepta la plegaria de uno de tus siervos. Es verdad que es pecador; pero te ama ardientemente, te mira como a la única esperanza de su alegría, como a la protectora de su vida, como a su Mediadora ante el Señor, como a la prueba segura de su salvación”. (San Juan Damasceno)

 

“¡Oh bienaventurada Virgen María, dignaos de recibir nuestras humildísimas gracias, aunque débiles, aunque cortísimas, aunque muy poco proporcionadas a lo que vos merecéis! Oid nuestras oraciones, y reconciliadnos con Dios. Conseguidnos el perdón de nuestros pecados, que pedimos por vuestra intercesión. Alcanzadnos los auxilios que necesitamos para salvarnos. Recibid lo que os ofrecemos; concedednos lo que os pedimos; porque vos sois la única esperanza de los pecadores; por vos esperamos el perdón de nuestros pecados; en vuestra intercesión afianzamos el premio de nuestras buenas obras”. (San Agustín)

 

“Santa María, socorre a los miserables, anima a los pusilánimes, fortalece a los flacos, ruega por el pueblo, pide por el clero, intercede por el devoto sexo de las mujeres; experimenten tu asistencia y tu poderosa protección todos aquellos que están dedicados a tu servicio, y celebran tu santo nombre”. (Oración compuesta por San Agustín y adoptada por la Iglesia en el oficio divino)

 

“¡Oh María, dulcísima madre de Dios, oh Reina gloriosísima del cielo!, ten misericordia de mí. Intercede por mí, ¡oh, azucena de la resplandeciente y siempre sosegada Trinidad!, para que por ti abrace con amor perfecto a tu Hijo Jesucristo,  y para que sea hombre conforme a su Corazón”. (Ludovico Blosio)

 

Santa Bernardita Soubirous, la privilegiada de Lourdes, en los momentos de turbación a modo de confidencia le dijo al amantísimo corazón de la Madre del Cielo, esta tierna plegaria: “Cuando me encuentre bajo los golpes de la tentación o de la desolación de mi alma, vendré a refugiarme en vuestro Corazón, mi buena Madre, y a rogaros que no me dejéis perecer, sino más bien me deis la gracia de estar sometida y confiada en la prueba, y sufrir, a vuestro ejemplo con amor. A semejanza de Vos estaré a los pies de la Cruz, si esta es la voluntad de vuestro querido Hijo. Oh Madre SS. de mi Jesús, que habéis visto y sentido la extrema desolación de vuestro amado Hijo, asistidme en el tiempo de la mía. Oh Madre mía, es en vuestro corazón donde vengo a depositar las angustias del mío, y a recabar fuerza y valentía”.

 

El 15 de agosto  de 1975, S. S. Pablo VI en uno de sus encuentros con las Hijas de María Auxiliadora hablándoles sobre el Ángelus, casi al final de su alocución pidió repetir con María tres veces al día este ofrecimiento y súplica: “Ayúdame, Madre mía, a ser casta para percibir y acoger con gozosa prontitud todo anuncio del Ángel del Señor; a ser disponible con docilidad a toda su palabra, también a aquélla que me resulta contradictoria y crucificante; a ser totalmente libre para acoger la riqueza del Verbo hecho carne, hecho pobreza, hecho morada del hombre para el hombre. Ruega por nosotras, Santa Madre de Dios, para que las promesas de Cristo se realicen en mí, en todas nosotras, Hijas de María Auxiliadora. Así podremos glorificar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y en los siglos eternos”.

 

PLENITUD:

 

“Claro que Dios podría hacer un mundo más bello que éste; pero no sería más bello si en él faltara María”. (Juan María Vianney)

 

“Gustarte y conocerte, Oh María, es raíz de inmortalidad; anunciar tus virtudes es camino de salvación”. (San Buenaventura)

 

PRESENCIA:

 

“Oh, tú, que has habitado con Dios en todo, abandonaste el mundo sin abandonar a los que estaban en el mundo. Estamos acostumbrados a venerarte con fe. Llamamos tres veces bienaventurados a los que se deleitan con tu visible presencia (paroikias, de oikia: casa, habitación) y a los que saben encontrarte como Madre de la vida. Así como tú caminas con nosotros corporalmente, los ojos de nuestros espíritus se despiertan cada día para verte.

Igualmente como habitaste corporalmente con quienes fueron (cf. Jn 19, 27 y Hch 1, 14), habitas ahora con nosotros en espíritu (pneumati synoikeis). La poderosa protección con la que nos cubres es signo de tu presencia (synomilian) entre nosotros. Todos oímos tu voz, y nuestras voces llegan a tus oídos. Todos te somos conocidos por tu auxilio, y reconocemos tu poder y tu asistencia permanente. En nada, digo, puede la separación del alma y del cuerpo alterar la relación humana entre tú y tus siervos. Tu no has abandonado a los que has salvado, no has dejado a los que reuniste, porque tú espíritu vive siempre, y tu carne no ha conocido la corrupción del sepulcro.

Tú visitas a todos (los hombres) y tu mirada (episkope: vigilancia) está sobre todas las cosas, oh Madre de Dios, aunque nuestros ojos estén impedidos para verte. Santísima, permaneces en medio de nosotros, y te manifiestas a los que son dignos de ti. Te acercas a los que te invocan”. (Germán de Constantinopla)


 

PONTÍFICES:

 

“Cuanto más excelsa y Santa que todas las madres, tanto más dulce y piadosa es con los pecadores”. (San Gregorio VII, Papa)

 

“María acercándose al trono de su divino Hijo, como Abogada pide, como Esclava ora, como Madre manda”. (Papa Pío VII)

 

“A MARÍA, que quebrantaba la cabeza de la serpiente, miraba nuestro padre ADÁN, y se secaban las lágrimas que la maldición hizo brotar en sus ojos; en Ella pensó NOÉ, encerrado en el arca salvadora; en Ella ABRAHAM, cuando se detuvo al ir a sacrificar a su hijo; en Ella JACOB, al contemplar la escala por donde subían y bajaban los ángeles; en Ella MOISÉS, pasmado ante la zarza ardiente, que no se consumía; en Ella DAVID, cuando cantaba y bailaba delante del Arca; en Ella ELÍAS, al contemplar la nubecita que salía del mar. En suma, hallaremos en María, después de Cristo, el fin de la ley y el cumplimiento de las figuras y los oráculos”. (Este pasaje es parte de la ENCÍCLICA “AD DIEM ILLUM LAETISSIMUN” de su S.S. PÍO PAPA X. a propósito del 50° aniversario del dogma de la Inmaculada Concepción)

 

“Pero sin embargo, en medio de este diluvio de males, a modo de iris se nos presenta ante los ojos la Virgen Santísima, como árbitro de paz entre Dios y los hombres. Pondré mi arco en las nubes y será señal de alianza entre Mí y entre la tierra (Gn. 9, 13). Aunque la tormenta se desencadene y se entenebrezca el cielo, no tiemble nadie. Viendo a María, Dios se aplacará y perdonará. Mi arco estará en las nubes, y viéndolo, me acordaré de la alianza sempiterna (Gn. 9,16). Y ya no habrá más aguas del diluvio que destruyan todos los vivientes (Gn. 9,15). Ciertísimamente, si confiamos como es debido en María Santísima, sobre todo ahora que con más ardorosa piedad celebramos su concepción inmaculada, aun en estos tiempos conoceremos que es aquella misma Virgen potentísima que con su planta virginal quebrantó la cabeza de la serpiente”. (Pío Papa X al final de su Carta Encíclica “AD DIEM ILLUM IAETSSIMUN”)

 

“No se hace el mundo de Cristo porque no se le indica lo suficiente el camino para ir a Él: María”. (San Pío X)

 

“Los santos padres, en la Iglesia primitiva, sin que nadie lo contradijera, enseñaron con claridad suficiente esta doctrina, afirmando que la Santísima Virgen fue lirio entre espinas, tierra absolutamente virgen, inmaculada, siempre bendita, libre de todo contagio del pecado, árbol inmarcesible, fuente siempre pura, la única que es hija no de la muerte sino de la vida, germen no de ira sino de gracia, pura siempre y sin mancilla, santa y extraña a toda mancha de pecado, más hermosa que la hermosura, más santa que la santidad, la sola santa, que, si exceptuamos solo a Dios, fue superior a todos los demás, por naturaleza más bella, más hermosa y más santa que los mismos querubines y serafines, más que todos los ejércitos de los ángeles”. (Pío Papa XII en su Encíclica Fulgens Corona refiere este pasaje de la carta Encíclica Ineffabilis deus del Beato Pío IX)

 

“Sobre todos los santos esta la Virgen María, Madre de Dios. Ella nos enseña todas las virtudes y nos ayuda en todas las necesidades, pues Dios ha querido que todos vengan por María”. (Pío XII - Encíclica Mediator Dei)

 

“Quién ama a Jesús ama a su Madre, y quien es predilecto de tal Madre se distingue siempre por su fidelidad a Jesús”. (Beato Juan XXIII)

 

“A Jesús por María”. (Beato Juan XXIII)

 

“Tened la mirada puesta en María que es la obra maestra de Dios. Modelo ideal de toda vida consagrada. Fortaleza para todos los heroísmos apostólicos”. (Pablo VI)

 

“La Virgen oferente tiene hoy en sus manos a la Iglesia y a cada uno de nosotros”. (Pablo VI)

 

“María es un catecismo viviente, Madre y modelo de los catequistas”. (Juan Pablo II)

 

“María es la nueva Eva, que Dios pone ante el nuevo Adán-Cristo, comenzando por la Anunciación, a través de la noche del nacimiento en Belén, el banquete de bodas en Caná de Galilea, la Cruz sobre el Gólgota, hasta el cenáculo del Pentecostés: la Madre de Cristo Redentor es Madre de la Iglesia”. (Juan Pablo II)

 

“TOTUS TUS (Todo tuyo) a través de la Inmaculada” (Juan Pablo II). (Frase extraída de su testamento).


 

 

PREDESTINACIÓN:

 

“He aquí la señal de los que verdaderamente están predestinados al cielo: el amor a María, el amor a María”.

 

“Si usted la ama, ya es un signo de predestinación”. (San Juan María Vianney)

 

PREDICACIÓN:

 

“¡Con cuanto entusiasmo los Santos Padres predicaron de María, que honor y que excelente gloria la tributaron, qué importancia dieron siempre a sus méritos e intercesión! Entre otros muchos amantes y propagadores de su culto sobresalieron, en cuanto nos es permitido conjeturar por sus escritos, Ignacio, Metodio, Atanasio, Basilio, Crisóstomo, Efrén, Ambrosio, Agustín, Cirilo, Andrés de Jerusalén, Juan Damasceno, Germán, Ildefonso, Anselmo, Damiano, Bernardo”.

 

“En realidad solo los que desconocen la antigüedad pueden ignorar que la Madre de Dios fue honrada por los Santos padres como estas honrosísimas palabras y elogios: Que era llena de gracia, santísima, integérrima, purísima, felicísima, bendecida con abundancia, toda hermosa, intacta, libre de toda mancha, Reina, Madre, Señora y Abogada nuestra, levantada por encima de los ángeles y, finalmente, incomparable entre todos los santos”. (San Pedro Canisio)

 

“Hay que predicar a todos, grandes y chicos, que son hijos de María Santísima, que Ella los quiere librar de los peligros del mundo y llevarlos a la gloria celestial, y que a los que la honran con sus oraciones y con el cumplimiento exacto de su deber, Ella les concederá infinitas gracias y favores”. (San Juan Bosco)

 

San Vicente Ferrer acostumbraba al inicio de su predicación a saludar a la Virgen de esta forma: “Saludemos a la Virgen María: Ave María”.

 

PREFIGURACIÓN:

 

“A lo largo de su destino, la Virgen realiza de antemano todo lo que la Iglesia realizará más tarde. Antes de que la Iglesia apareciese, María es santa e inmaculada. Antes que la Iglesia, María se une a Cristo, forma con Él un solo cuerpo, una sola vida, un solo amor. Antes que la Iglesia, finalmente María resucita con Él”. (René Laurentin)

 

PREMIO:

 

“Nuestra Señora glorificará en la otra vida a quienes glorifiquen a Ella en esta vida”. (Ricardo de San Lorenzo)

 

“Si tu haces algo por la Virgen María, la Virgen María hará mucho por ti”. (Beato Felipe Rinaldi)

 

“Los que trabajan en publicar las glorias de María tienen asegurado el cielo”. (San Buenaventura)

 

PRIVILEGIO:

 

“Morir sonriendo es el privilegio de los predilectos de María”.

 

PROFECÍA:

 

“La Virgen Santísima saldrá en persona a recibir las almas de las personas devotas”. (San Vicente Ferrer).

 

Sor María de Jesús Ágreda en su libro Mística Ciudad de Dios (Vida de la Virgen María), “dictado por la misma SEÑORA a su esclava”, según lo indica la autora, refiere la profecía que hace el Arcángel San Gabriel a Santa Ana, sobre la Hija que tendrá, y que será la Virgen María: “Porque su alteza quiere que seas dichosa y bienaventurada. Elígete por Madre de la que ha de engendrar y parir al Unigénito del Padre. Parirás una hija que por divina ordenación se llamará María. Será bendita entre las mujeres y llena del Espíritu Santo. Será la nube que derramará el rocío del cielo para refrigerio de los mortales y en ella se cumplirán las profecías de vuestros antiguos padres. Será la puerta de la vida y de la salud para los hijos de Adán”.

 

“A la sombra del Santuario se decidirán en los próximos años los destinos de la Iglesia”. (P. José Kentenich)

 

PROPIEDAD:

 

“Somos de nuestra Reina, no sólo por hoy y mañana; somos suyos no sólo cuando experimentamos afectos cálidos, y sentimos entusiasmo; le pertenecemos por tiempo y eternidad. Somos de nuestra Reina aún cuando no tengamos nada de entusiasmo, ni ninguna experiencia sensible del amor, ni ninguna motivación; somos suyos aún cuando la vida de todos los días nos oprima con su rutina; somos suyos aún cuando surjan en nosotros deseos y anhelos de otra índole. Recién entonces podremos dar prueba de que verdaderamente somos de nuestra Reina, de que la amamos”. (P. José Kentenich)             

 

PROPÓSITO:

 

San Leonardo de Porto Mauricio tenía una gran devoción a la Virgen María, así lo atestiguan los propósitos que se impuso a partir de 1717 durante unos ejercicios espirituales. Uno de ellos comienza así: “Deseo profesar ternísima devoción a la Santísima Virgen María en cuyas santas manos he puesto y colocado el gran negocio de mi eterna salvación, amándola con ternura y afecto de hijo para su adorada madre y deseando que todos la amen y le rindan sumo y finísimo obsequio. A este fin predicaré sus sermones con especial fervor de espíritu deseando que todos queden inflamados en el amor de tan gran Señora”.

 

 

PROTECCIÓN:

 

“Cuántos en verdad confíen en la protección de María, verán como se abren para ellos las puertas del cielo”. (San Buenaventura)

 

“Si buscáis hermanos, alegría en vuestros trabajos, acudid a María invocad a María, encomendaos a María”. (Tomás de Kempis)

 

En una ocasión el demonio le dijo al Santo Cura de Ars: “Y tú cura, ya serías mi esclavo si no tuvieras a aquella por protectora”.

 

“En la presencia de Dios os aseguro: es suficiente el entrar en una casa salesiana, para ser objeto de la especial protección de la Santísima Virgen”. (Don Bosco)

 

“¡Si supiéramos de cuántas desgracias nos ha librado la Virgen María! ¡Y cuántos favores nos ha concedido y nos quiere conceder! ¡En el cielo lo sabremos y nos quedaremos atónitos!”. (San Juan Bosco)

 

“Si nos fiásemos un poco más de ésta nuestra tierna Madre... no temeríamos tanto el infierno; incluso cuando nos quisiera tentar con sus espantos y amenazas, nos reiríamos de él, repitiendo: Si María está en mi favor, ¿quién contra mí? No Dios, porque Ella como Hija amada lo aplaca; no Cristo juez, porque Ella, como Madre, lo induce a perdonarnos; no los pecados, porque éstos en relación con su misericordia, son casi una monada; no todo el infierno, porque Satanás huye, el infierno tiembla cuando digo Ave María... ¡Oh cuánto más tranquilos serían nuestros sueños, más alegres nuestros días, un paraíso, en suma, nuestro vivir, si continuamente nos abandonáramos en sus manos y le dijéramos: En tus manos Señora encomiendo mi causa. Si María nos protege, seremos salvos: si Ella nos abandona, nos condenaríamos...” (San Gabriel de la Dolorosa)

 

PUERTA:

 

“María es la puerta del cielo”. (San Alberto Magno)

 

PUREZA:

 

“La pureza de la Virgen fue la máxima después de Cristo, que no necesitó ser redimido”. (Santo Tomás de Aquino)

 

“¿Por qué una pureza tan grande en María? Porque debía alojar en sus entrañas al Hijo de Dios. Si no hubiese sido más pura que los Ángeles, el Verbo no hubiese podido entrar en ella con agrado, no hubiera venido con placer, no hubiese podido llevarle  aquellos preciosos dones  de que la llenó en el momento que en ella fue concebida”. (San Claudio de la Colombière)

R

RECOMPENSA:

 

“María es tan generosa y magnífica, que acostumbra a recompensar con grandes favores los más pequeños servicios”. (San Andrés Cretense)

 

“Encontrada la Virgen, se encuentra todo bien, y ella misma ama a los que la aman; más aún, servirá a los que la sirven... y glorificará en lo futuro si la honraren al presente”. (Raimundo Jordán)

 


 

RECONCILIADORA:

 

“No hay criatura que haya contribuido tanto como María a la Reconciliación de Dios con los Hombres. Ella nos trajo al Redentor. Ella es la Mediadora ante el único Mediador que es Cristo. Por medio de Ella vino al mundo el que hizo las paces entre Dios y los pecadores”. (Santo Tomás de Aquino)

 

REFUGIO:

 

“Ojalá que todos los pecadores acudiesen a esta dulcísima Madre, pues seguro que todos serían perdonados por Dios. Nunca condenará Dios a los pecadores que recurran a María y por quienes Ella se interesa”. (San Alfonso De Ligorio)

 

“He aquí Madre de mi Dios y esperanza mía, a un pobre pecador que implora tu clemencia. La Iglesia te llama “Refugio de pecadores”. Tú serás, pues mi refugio, y me habrás de salvar”. (San Luis María De Ligorio)

 

REINA:

 

“Convenía, en efecto que la Madre Virgen, por el honor debido a su Hijo, reinase primero en la tierra y, así penetrara luego gloriosa en el cielo, convenía que fuera engrandecida aquí abajo, para penetrar luego, llena de santidad, en las mansiones celestiales, yendo de virtud en virtud y de gloria en gloria por obra del Espíritu del Señor”. (San Amadeo de Lausana)

 

“María es Reina[5] por su excelencia sobre todas las cosas creadas, Reina por el poder real con que puede disponer de los tesoros del Reino del divino Redentor, y Reina por la eficacia inagotable de su intercesión maternal con su Hijo y con el Padre”.(Pío XII)

 

REINO:

 

“Señor para que venga tu reino, venga el reino de María”. (Ut adveniat regnum).

 

El Venerable Juan Jacobo Olier (1608-1657), discípulo de Bérulle, fue el fundador del renombrado seminario de San Sulpicio. En cierta forma practicó la «esclavitud mariana», pero muy a su manera. Tuvo una forma particular de ser su vasallo, perteneciendo a Jesús, solo a través de María: “Divino Jesús, reinad en Ella y por Ella reinad, sobre nosotros para siempre. Vivid en nosotros por vuestra Madre”.

 

REVELACIONES:

 

Cierto día oyó Santa Brígida que Jesucristo decía a María Santísima. Pídeme madre mía, lo que quieras y María le respondió: Pido misericordia para los desgraciados.

 

“No hay pecador dijo la Virgen a Santa Brígida, tan abandonado que, si se me encomienda, no puede volver a Dios y alcanzar Misericordia”.

 

La Santísima Virgen dirigiéndose a Santa Brígida le decía: “Igual que el imán atrae al hierro, atraigo yo los más duros corazones”.

 

Un día escuchó Santa Brígida que Jesús le decía a la Virgen: “Dispensaré gracia y misericordia a cuantos, deseosos de convertirse vengan en tu nombre a implorar mi compasión

 

San Pedro de Verona, arrodillado a los pies de la Virgen, oye estas palabras: “Pedro, yo he rogado por Ti para que tu fe no desfallezca”.

 

La Virgen le reveló a Santa Gertrudis:Aquel que la proclamara LIRIO BLANCO DE LA TRINIDAD le sucederían estas tres cosas: Sentiría el poder que la omnipotencia del Padre le ha comunicado como Madre de Dios, admiraría la misericordia que la sabiduría del Hijo le ha inspirado para la salvación de los hombres, y contemplaría la ardiente caridad que el Espíritu Santo había encendido en su corazón”.

 

El Señor se apareció un día a Santa Gertrudis contando monedas de oro. Atrevióse ella a preguntarle qué era lo que contaba con ella. “Cuento -le respondió Jesucristo- tus avemarías, son las monedas con que se compra el paraíso”.

 

San Jacinto, en la vigilia de la Asunción, estando en oración delante del altar de la Virgen contemplando las maravillas de este misterio, se le apareció rodeada de un gran resplandor; y manifestándole lo gratas que le eran sus oraciones, le dijo: “Confía seguro, hijo mío, de que conseguirás de mi amado Hijo todo lo que pidieres por mi intercesión”.

 

Refieren sus biógrafos que “Santa Teresa de Jesús al ser nombrada priora de la Encarnación de Ávila, colocó en la silla prioral del coro una imagen de la Santísima Virgen, a cuyos pies se sentaba ella. El 19 de Enero de 1572 al ir a cantar la Salve, vio que bajaba la reina de los cielos en persona a ocupar su puesto, escoltada por multitud de ángeles, y ya no vio la estatua de la Virgen, sino a la Virgen misma sentada en la silla. Parecíame -escribe- que encima de las comas de las sillas, y sobre los antepechos, había muchos ángeles. Estuvo así la Salve, y díjome: Bien acertaste a ponerme aquí; yo estaré presente a las alabanzas que hicieres a mi Hijo y se las presentaré”.

 

La escogí, -decía cierto día el Señor a Santa Catalina de Siena-, para valerme de Ella como de cebo exquisito en que piquen los hombres, y sobre todo los pecadores”.

 

RIQUEZA:

 

“Riquísima es. Para todos tiene: los pecadores alcanzan por Ella perdón; los justos, más gracia; los ángeles, alegría; el Hijo de Dios, carne humana y la beatísima trinidad, mayor gloria que de todo lo demás que ha creado”. (San Juan de Ávila)

 

RUEGO:

 

“Debemos pedir a la Señora nada más que ruegue por nosotros, porque con sus ruegos nos alcanzará mayores gracias que las que nosotros pudiéramos pedir”. (San Ildefonso)

 

“¡Oh sacratísima y felicísima Señora, que vives en lo más encumbrado de la eterna suerte! Ten lástima de nosotros, postrados en el desierto de la miseria. Tú estás en la abundancia de las delicias y nosotros nos hallamos en el abismo de las desdichas; alcánzanos valor y fortaleza para llevar bien nuestras aflicciones, para que todos los días nos apoyemos en tu Amado, único sostén de nuestras esperanzas, única recompensa de nuestros trabajos, único remedio de nuestros males. Virgen gloriosa, ruega por la Iglesia de tu Hijo; asiste con tu auxilio a todos nuestros superiores: al Padre Santo, a los obispos y prelados; se propicia al rey y a este pueblo, para que podamos llegar al santo puerto de la gloria, donde alabaremos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén”. (San Francisco de Sales)

 

“La misión de María en el cielo es la de estar incesantemente en presencia de su Hijo rogando por nosotros”. (San Beda el Venerable)

 

“Los ruegos de la Virgen tienen caracteres de mandato por ser ruegos de Madre”. (San Antonio de Padua)

 

“Ante Dios los ruegos de los santos son ruegos de amigos, pero los ruegos de María son los ruegos de Madre”. (San Alfonso María De Ligorio)

 

“Basta que le hables a tu Hijo y Él nada te negará. Ruega pues por nosotros, Oh María. Ruega por nosotros y tú serás escuchada y nosotros seremos salvados. Amén”. (San Alfonso María De Ligorio)

 

El Gran Sabio Anselmo Arzobispo de Cantorbery repetía muchas veces esta oración compuesta por él mismo: “Oh buen Jesús: por el amor con que amas a tu Madre, te ruego que me concedas amarla de verdad como Tú la amas y como quieres que la amemos”.

S

 

SALUTACIÓN:

 

“Así se lee que fue saludada: Ave llena de gracia, bendita entre las mujeres. Al decir Ave, le presentó el saludo del cielo; diciendo llena de gracia, manifestó que la ira de la primera sentencia quedó totalmente extinguida y restituida la gracia plena de la bendición; al decir bendita entre las mujeres expresó el fruto bendito de su virginidad, para que por El sea llamada bendita entre las mujeres y cualquiera en la virginidad perseverare”. (San Fulgencio de Ruspe)

 

“Recibe nuestro parabién, María Madre de Dios, tú que eres el venerado tesoro de todo el orbe, la inextinguible lámpara, la corona de la virginidad, el indestructible templo, la mansión del Inmenso, la Madre y Virgen”. (San Cirilo de Alejandría)

 

San Efrén saludaba así a la Divina Madre: “Salve esperanza de mi alma. Salve firme esperanza de los cristianos. Salve socorro de los pecadores. Salve defensa de los fieles y salud del mundo. No dejes de ampararnos bajo el manto de tu protección ya que en ti ponemos nuestra esperanza”.

 

“Yo os saludo Madre de nuestra alegría, Vos sois la reconciliadora de Dios con los hombres y la esperanza del Pueblo cristiano”. (San Jacinto de Polonia)

 

Santa Matilde en sus revelaciones cuenta que la Santísima Virgen le dijo que “no hay saludo que le agrade más que el Dios te salve María”.

 

“Ave Cor”. (De esta manera saludaba Santa Matilde a la Virgen)

 

Cuando San Bernardo saludó a la Virgen delante de su imagen le dijo: “Ave María”; la Virgen le contestó: “Ave Bernardo”.

 

“Ave María Purísima, Sin Pecado Concebida”.

 

“Salve, primicias de nuestra reparación”. (San Andrés de Creta)

 

San Andrés Creta, saludaba a María como la paz de Dios con los hombres.

 

Al tocar el “Ángelus”, San Carlos Borromeo donde quiera que se hallare, en la nieve o en el barro, se arrodillaba para saludar a la Virgen.

 

“¡Salve, blanco Lirio de la siempre tranquila y resplandeciente Trinidad! ¡Salve, bellísima Rosa de la celestial amenidad, de quien quiso nacer y de cuya leche quiso alimentarse el Rey de los cielos! ¡Dignaos también apacentar nuestras almas con influencias celestiales! Amén”. (Santa Gertrudis)

 

“¡Por eso merece escuchar el saludo! Ave, El nombre de Eva, que se interpreta “ay” o “calamidad” al transformarse llega a ser Ave. Para un alma que vive en pecado mortal se aplica el nombre de Eva, signo de calamidad, pero, al convertirse a la penitencia, se le dice Ave, (Señal de fiesta)”. (San Antonio de Padua)

 

El Beato Luis Orione acostumbraba a escribir al inicio de sus cartas “Ave María y... ¡adelante!, “Ave María y...¡ánimo!”.


 

SALVACIÓN:

 

“Sed Devotos de la Virgen y la Virgen os salvará”. (San Alfonso Ma. de Ligorio)

 

Los santos han demostrado con pruebas irrefutables que “la devoción a la Santísima Virgen es necesaria para la salvación”.

 

“Aquí tenéis un medio para la salvación de vuestras almas: Cuando deseéis alcanzar perdón de vuestras culpas, arrodillaos ante su imagen y pedidle a nuestra Señora que os lo alcance de su divino Hijo”. (San Francisco Javier)

 

“María ha sido constituida causa de salvación para sí y para todo el género humano”. (San Ireneo)

 

“Todas las gracias se dispensan tan solo por mediación de María, y cuantos se salvan solo se salvan mediante esta divina Madre; si fuese como consecuencia necesaria que de la predicación de las glorias de María y de la confianza en su protección depende la salvación de todos”. (San Alfonso)

 

“Esforzarse por hacer apreciar y amar a la Santísima Virgen es una señal de salvación”. (San Buenaventura)

 

“María es como en tiempos de Noé, un Arca de Salvación, que salva a cuantos se refugian en ella”. (San Bernardo)

 

SANTA:

 

“Convenía que aquella que en el parto había conservado intacta su virginidad conservara su cuerpo también después de la muerte libre de la corruptibilidad. Convenía que aquella que había llevado al Creador como un niño en su seno tuviera después su mansión en el cielo. Convenía que la esposa que el Padre había desposado habitara en el Tálamo celestial. Convenía que aquella que había visto a su hijo en la Cruz y cuya alma había sido atravesada por la espada del dolor, del que se había visto libre en el momento del parto, la contemplara sentado a la derecha del Padre. Convenía que la Madre de Dios poseyera lo mismo que su Hijo y que fuera venerada por toda criatura como Madre y esclava de Dios”. (San Juan Damasceno)


 

SANTIDAD:

 

“María es un lugar santo. Es el Santo de los santos, en donde son formados y moldeados los santos”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“La Virgen fue constituida principio difusor de toda santificación. Todos son santificados por Ella. La iglesia  entera recibe de Ella la santificación”. (San Buenaventura)

“¿Y que puede extrañar que si Dios se muestra admirable en santos, se muestre más admirable con su Madre? Por eso venerad, esposos, la integridad del cuerpo en un cuerpo corruptible; admirad también vosotros, santas vírgenes, la fecundidad en la virginidad: imitad todos los hombres la humildad de la Madre de Dios. Honrad, santos ángeles a la Madre de vuestro Rey”. (San Bernardo)

 

“Debemos creer que todo lo que ha habido de bondad y belleza en cualquier Santo, no le ha faltado a Ella”. (San Alberto Magno)

 

Santo Domingo Savio al aparecerse a San Juan Bosco después de muerto, le dijo: “Tus discípulos llegarán a la   santidad si se esfuerzan mucho por conservar la virtud de castidad, y si cultivan una gran devoción a la Madre de Dios”.

 

“La santidad purísima y la santísima pureza de su piadosísimo pecho supera en santidad y pureza a toda criatura”. (San Anselmo)

 

San Maximiliano Kolbe refiriéndose a la Virgen dijo: “Nuestra santificación depende de Ella: es su especialidad”.

 

SENCILLEZ:

 

“¡La Virgen María! ¡Que sencilla me parece que debió ser su vida!”. (Santa Teresa del Niño de Jesús)

 

SENO:

“El seno de María, dicen los Padres, es la sala de los sacramentos divinos, donde se han formado Jesucristo y todos los elegidos: Uno por uno, todos han nacido en Ella”.

 

SEÑORA:

 

“María fue constituida soberana del cielo y de la tierra, capitana de sus ejércitos, tesorera de sus riquezas, dispensadora de sus gracias, realizadora de sus portentos, reparadora del género humano, mediadora de los hombres, exterminadora de los enemigos de Dios y fiel compañera de su grandeza y de sus triunfos”. (R. P. Pairé)

 

“En el cielo y en la tierra no hay más Señora que la Reina de los Ángeles, la Virgen María, que recibió al Señor en su casa, en su seno Virginal”. (San Vicente Ferrer)

 

SEÑORÍO:

 

“La Virgen está al lado de su Hijo glorificado. ¿Qué señorío tiene ella? Ella tiene señorío de ángeles, arcángeles, tronos dominaciones, virtudes, potestades, querubines y serafines. Ella tiene señorío sobre la tierra, sobre el sistema solar y sobre todo el universo. Igualmente, tiene señorío sobre el infierno y sobre todos los condenados. ¿Quién le dio tanto señorío? Fue Dios, quien le dijo: Todo lo puse bajo tus pies (Sal. 8,7). Y el mismo Jesús se sometió a ella (Lc 2, 51). Por eso ella es la señora de todo el universo. ¡Dios mismo le estuvo sujeto!”. (San Bernardino de Siena)

 

SERVIDOR:

 

“Servirle a Ella en esta Tierra es estar seguro de reinar con Ella en el cielo”. (San Juan Damasceno)

 

“Todas las criaturas que sirven a la Trinidad sirven también a la gloriosa Virgen María”. (San Bernardino de Siena)

 

“Pues si nos preciamos de servidores de Nuestra Señora. ¿Por qué no la acompañamos en sus trabajos?” (Beato Juan de Ávila)

 

“Quiero servir rendidamente a María para mejor servir a Jesús”. (San Ildefonso)

 

“Desde que soy vuestro, Virgen María, quiero serviros, noche y día y con gran ánimo”. (San Andrés Corsini)

 

“Virgen y Madre de Dios, Madre y Abogada de los pobres pecadores. Tú sabes que soy tu Hijo y tu servidor, formado por ti en el horno de tu misericordia y de tu amor. Soy como una flecha enviada por tu poderosa mano; lánzame, Madre mía, lánzame con toda la fuerza de tu brazo. La victoria será tuya Madre mía”. (San Antonio María Claret)

 

SÍMBOLO:

 

Los Padres de la Iglesia ven simbolizada a María en la PALOMA que volvió al arca de Noé trayendo en el pico un ramo de olivo.

 

SOCORRO:

 

“Cuando uno se dirige a los santos, se hacen esperar, se ve que tienen que ir a presentar su demanda; pero cuando se pide a la Virgen, conseguimos un socorro inmediato. ¿No lo han notado? Hagan la prueba y lo verán”. (Santa Teresa del Niño Jesús)

 

“Es imposible que se condene el devoto de María que la sirve e implora su socorro”. (San Alfonso de Ligorio)

 

SOLÍCITA:

 

“María se ha hecho toda para todos. Para el esclavo, redención. Para el enfermo, salud. Para el afligido, consuelo. Para el pecador, perdón. Para Dios honor y gloria. Para todos, como la luz del sol: calor, iluminación y vida”. (San Bernardo)

 

SUEÑOS:

 

San Juan Bosco en uno de sus sueños ve aparecer en el cielo un arco iris más maravilloso y bello que la aurora boreal y en él leía escrito con caracteres de luz, la palabra Medeoum, que según el Santo puede corresponder a las iniciales de estas palabras: MATER ET DOMINA OMNIS UNIVERSI MARÍA: MARÍA MADRE Y SEÑORA DE TODO EL UNIVERSO.

 

SÚPLICA:

 

San Gregorio Nazianceno, (330-390) en su obra la “Pasión de Cristo”, compuesta en forma de tragedia-drama, en la cual la “Madre de Dios” es la protagonista; al final de su libro, en la conclusión, incluyó una súplica personal, dedicándole las últimas líneas a la Virgen María: “Excelsa, excelsa, excelsa, beatísima Virgen: tú tienes tu morada en el cielo sede de los bienaventurados. Te has despojado de toda grosura de la carne, y a cambio te has revestido de un manto de inmortalidad. Sabemos que tú como Dios, no envejeces. Sé pues desde lo alto benévola para conmigo. Si, sí Virgen Celebérrima: tú sola entre los mortales posees este poder altísimo, pues tú eres la Madre del Verbo, aunque eso supere nuestra razón. En ti he puesto mi confianza. A ti dirijo mis palabras y te traigo, Señora, una guirnalda entretegida con flores recogidas de un prado sin mancha.

 

Te ofrezco en agradecimiento por los muchos dones que te has dignado concederme. Ponme tú siempre a salvo de tantas desventuras, de los enemigos visibles y sobre todo de los invisibles. Que pueda yo afrontar la última etapa de mi vida igual que la comencé: poseyendo el tesoro de tenerte siempre como señora de toda mi vida y como embajadora bien recibida ante tu Hijo, junto a quienes le fueron gratos por su amor a la pureza. No permitas que yo sea entregado a los tormentos y que sirva como motivo de regocijo para el malvado corruptor de las almas. Sal en mi defensa y ponme a salvo del fuego y de las tinieblas, justificándome mediante tu fe y tu gracia.

 

En ti ha resplandecido la gracia que nos une con Dios. Te elevo ahora un himno de acción de gracias: Salve, Virgen llena de alegría, Madre Virgen, la más hermosa de todas las Vírgenes, soberana, que está al frente de las tropas celestes. Señora toda soberana, alegría de nuestra estirpe. Te ha tocado en suerte ser siempre benigna con el linaje humano. Sé también para mí la salvación suprema”.

 

“Santísima María, Virgen de Vírgenes, Sagrario de la Santísima Trinidad, Espejo de los ángeles, Refugio seguro de los pecadores, apiádate de nuestros trabajos recibe con clemencia nuestros suspiros y aplaca la ira de tu Hijo Santísimo”. (San Juan de la Cruz)

 

“Oh Madre, quiero cambiar de vida. Por lo tanto tú me vas a ayudar. Ayúdame y sálvame”. (San Alfonso María De Ligorio)

 

“¡Oh María, te lo suplico encarecidamente que por la gracia que Dios te ha hecho de estar contigo, y tú con El, que por esa gracia me concedas que tu amor esté siempre conmigo y el cuidado de mi alma contigo”. (San Anselmo)

 

“¡Oh María purísima y dulcísima, purificad de toda mancha y de la menor imperfección los más íntimos repliegues de mi corazón. Iluminad mis tinieblas interiores con un rayo de nuestro esplendor; quitad y destruid mis vicios a fin de que yo contemple en plena luz vuestra hermosura. Iluminad, os suplico, el fondo de mi ser con el sereno resplandor de vuestra cara para que mi corazón se regocije en vos. Traedme en vuestro seguimiento para que corra alegremente al olor de vuestros perfumes. Escuchad los gemidos de mi alma, deseosa de amaros; saciad mis deseos, separad mi corazón de todo cuanto hay debajo del cielo y fijadlo en la pura contemplación de vuestras perfecciones y hacedle así saborear los deliciosos gustos anticipados de la gloria”. (Blosio)

 

“Oh María, tú que fuiste de prisa a visitar a tu prima Isabel porque sabías que necesitaba de tu ayuda, date prisa también en venir a mi pobre alma que está tan tremendamente necesitada de tus ayudas y defensas. Date prisa en venir a socorrerme porque mi alma está verdaderamente enferma y pobre. Está enferma de afectos desordenados de inclinaciones indebidas, de pecados sin número, de malas costumbres y de un montón de males espirituales que me empujan hacia la eterna condenación”. (San Alfonso María De Ligorio)

 

“Ruega por mí, Oh Madre de Misericordia y encomiéndame mucho a tu Hijo Jesucristo. Tú conoces cuan espantosas son mis miserias espirituales y cuan grande es la necesidad que tengo de recibir ayudas divinas. Ten compasión de mí. Soy tan miserable que ni siquiera se me ocurre que es lo que más debo pedir. Pero tú si sabes muy bien cuales son las gracias que me son más necesarias”. (San Alfonso María De Ligorio)

 

“Virgen Santa, indícame el camino a seguir ¡Te lo suplico!”.

 

“Madre del Cielo, lléname de tu Amor”.

 

“¡Oh, Madre mía, hacedme todo de Jesús”. (San Alfonso Ma. de Ligorio)

 

“¡Oh Virgen María, no ha venido a este mundo criatura alguna como tú, hija y sierva del altísimo Rey y Padre celestial, Madre de nuestro Santísimo Señor, Jesucristo, esposa del Espíritu Santo; ruega por nosotros con San Miguel Arcángel, con todas las virtudes de los cielos y con todos los santos, a tu Santísimo y amado hijo, nuestro Señor y Maestro”. (San Francisco de Asís)

 

“Augusta, venerada, fidelísima Virgen, tú moras en el cielo región de los bienaventurados; tú que trocaste la pesantez mortal y has revestido el manto de la inmortalidad, dotada de eterna juventud..., atiende benévola desde lo alto mis palabras”. (San Gregorio Nazianceno)

 

San Pedro Damián en forma imperativa y por demás audaz hizo esta súplica a la Virgen: “Paga lo que debemos, aleja lo que tememos, alcanza lo que deseamos, cumple lo que esperamos".

 

Algo parecido hizo el Beato Diego de Cádiz al final de un sermón que predicó: “María, instrúyenos como Maestra, oblíganos como Señora, mándanos como Reina, aliéntanos como Madre”.

T

TEMOR:

 

Refiriéndose a la Virgen: “¿Temes a Dios? ¡Échate en sus brazos!”. (San Agustín)

 

TEMPLO:

 

El Concilio Vaticano II llama a María “Templo del Espíritu Santo”

 

TENTACIONES:

 

“Si viene la tentación o el demonio te incita a cometer alguna mala acción, dirás al punto: Oh Señora mía, oh Madre mía, acordaos que soy todo vuestro, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión vuestra”. (Una de las oraciones más célebres y populares de la Virgen. Su primer propagador el P. Zucchi)

 

“Cuando las tentaciones pongan en peligro tu salvación, y la tristeza te quite las fuerzas y los deseos de seguir trabajando por conseguir la santidad, acuérdate de María y llámala en tu ayuda; llámala insistente como el niño aterrorizado pide ayuda a su madre, y Ella que es causa de nuestra alegría, correrá a ayudarte. Te desafío a que hagas la prueba. No te fallará ni una sola vez”. (San Bernardo)

 

“Si todos los hombres amasen a esta benignísima y amabilísima Señora y recurriesen siempre y prontamente a ella en las tentaciones. ¿Quién sucumbiría o quién se perdería? Cae y se pierde quien no recurre a María”. (San Alfonso Ligorio)

 


 

TESORO:

 

“María es el tesoro de Dios: Donde Ella está, allí está el corazón de Dios”. (San Bernardo)

 

TESTAMENTO:

 

Santa Luisa de Marillac en los últimos instantes de su vida pronunció su testamento espiritual a las Hermanas de su Congregación que la asistieron. Termina diciéndoles: “Pidan mucho a la Santísima Virgen, que Ella sea su única Madre”.

 

TESTIMONIO:

 

Refiriéndose a los testimonios de los Santos, San Juan Eudes dice: “La llaman ayuda y cooperadora, con su Hijo, de nuestra redención, fuente de nuestra salvación, esperanza de los pecadores, mediadora de nuestra reconciliación y de nuestra paz con Dios, redención de los cautivos, gozo y salvación del mundo; y aseguran que en Ella, de Ella y por Ella, Dios ha rehecho y reparado todas las cosas; que nadie se salva sino por ella, y que Dios a nadie concede una gracia sino por Ella”.

 

“Hijitos, Ella es mi mayor seguridad, y toda la razón de mi esperanza”. (San Bernardo)

 

“La Santísima Virgen ha tenido siempre un cuidado muy grande de mí; a ella recurría en todas mis necesidades y ella me ha librado de grandísimos peligros. No me atrevía de ningún modo a dirigirme a su divino Hijo, sino que acudía siempre a Ella”. (Santa Margarita de Alacoque)

 

San Stanislao de Kostka cuando le preguntaron si amaba a María, exclamó: “¡María, la Virgen sin mancha, la Madre de Dios, es también Madre mía. ¿Podría dejar de amarla?”.

 

“Amo a María; quiero amar a María y no descansaré hasta que logre alcanzar un tierno amor para con mi Madre María”. (San Juan Berchmans)

 

“Si he logrado conservar la virtud de la castidad ha sido por un favor constante de la Virgen María. A Ella le debo también el haber aumentado mi inteligencia para comprender mejor cómo debía obrar en la vida”. (San Benito Cottolengo)

 

San Gabriel de la Dolorosa, refiriéndose a la Virgen decía: “Tengo una madre que, aunque yo sea indignísimo de ella, me ama y tiene cuidado de mí”.

 

“Siempre tuve fe en María Auxiliadora y he visto suceder cosas admirables” (San Juan Bosco)

 

“Nunca he visto que un pecador haya rezado con fe y perseverancia a la Santísima Virgen y haya tenido mala muerte”. (San Alfonso)

 

“Ella tiene cautivada mi alma: Ella me ha robado la lengua: En Ella pienso yo de día y de noche”. (San Juan Damasceno)

 

“Cuando me pongo a considerar tantas gracias como he recibido de María, me parece ser como uno de esos milagrosos santuarios marianos en los que en todas las paredes, recubiertas de exvotos, no se lee sino esto: Por gracia recibida de María. Así me parece que yo estoy escrito por todas partes con estas palabras: Por gracia recibida de María”. (San Leonardo de Porto Mauricio)

 

“La que puso en mi alma el germen de la vocación fue la Sma. Virgen. Esta tierna Madre jamás ha sido en vano invocada por sus hijos. Ella me amó y, no encontrando otro tesoro más grande que darme en prueba de su singular protección, me dio el fruto bendito de sus entrañas, su Divino Hijo. ¿Qué más me pudo dar?”. (Santa Teresita de Los Andes - Santa Chilena)

 

«Quiera Dios que yo pueda escribir eternamente los pensamientos que su bondad me ha concedido tener acerca de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen, para que el verdadero conocimiento de sus méritos y la voluntad de entregarle todo lo que yo debo, no se aparten nunca jamás de mi corazón. Toda mi vida, en el tiempo y en la eternidad, yo la quiera amar y honrar tanto como pueda». (S Luisa de Marillac)

 

“Toda mi ciencia está encerrada en un libro de seis letras: cinco rojas y una blanca: las cinco llagas rojas de Cristo y, una blanca, la Virgen María”. (San Félix de Cantalicio)

 

“Amo tanto a María que si los superiores me lo permitieran, grabaría su nombre en mi corazón y en mis carnes con letras de fuego” (San Gabriel de la Dolorosa)

U

UNIÓN:

 

“María facilita la unión con Dios”. (San Luis María Grignión de Montfort)

 

“¿Quieres tener a Jesucristo por hermano? Ten antes a María por Madre, Más aún: ¿deseas unirte al Espíritu Santo? Únete antes con María”. (San Francisco de Sales)

V

 

VIVENCIA:

 

“Ella mira nuestros dolores, nuestros sufrimientos, nuestras luchas. Ella nos sonríe en el peligro, llora con nosotros en el dolor, alivia nuestras tristezas y santifica nuestras alegrías. Lo propio del corazón de una madre es una íntima participación en todo lo que hace vibrar el corazón de los hijos. Nuestra Señora es nuestra Madre. Ella nos ama mucho más individualmente, incluso al más miserable y pecador, de lo que sería el amor sumado de todas las madres del mundo por un hijo único. Convenzámonos bien de esto. Es a cada uno de  nosotros. Es a mí. Sí es a mí, con todas mis miserias, mis infidelidades tan duramente censurables, mis defectos imperdonables. Es a mí a quien Ella ama así. Y me ama con intimidad. No como una reina que, no teniendo tiempo de conocer la vida de cada uno de los súbditos, se entera apenas encima de lo que hacen. Ella me sigue en todos los pormenores de mi vida. Conoce mis pequeños dolores, mis pequeñas alegrías, mis pequeños deseos. No es indiferente a nada. Si supiéramos pedir, si comprendiéramos la importunidad evangélica como una virtud admirable, cómo sabríamos ser meticulosamente importunos con Nuestra Señora. Y Ella nos daría en el orden de la naturaleza, y principalmente en el orden de la gracia, muchísimo más de lo que jamás osaríamos suponer” (Plinio Correa de Oliveira[6])  

 

VÉRTICE:

 

“El Santísimo y la Virgen María son los vértices de toda piedad, justicia y devoción”. (San Antonio María Claret)

 

VESTIDURA:

 

“Todos los de su casa -sus servidores y esclavos- llevan doble vestidura, la de su Hijo y la de Ella”.

 

VIDA:

“Quién desee tener el fruto de vida -Jesucristo- debe tener el árbol de vida que es María”. (San Luis María Grignión de Montfort)

“Cristo naciendo varón de una mujer, honró a los dos sexo. Si la muerte nos la trajo una mujer, otra mujer nos engendró a la vida”. (San Agustín)

“Que alta y que gloriosa es aquella por cuya preces vive el mundo”. (San Vicente Ferrer)

“La muerte nos vino por Eva. María nos devolvió la vida. Aquella fue vencida por el diablo. Esta encadenó al Diablo”. (San Bruno)

“Eva lloró, María se alegró; Eva llevó en su seno un fruto de lágrimas, María, un fruto de gozo, ya que una dio a luz un pecador y la otra a un inocente. En Eva se halla la fuente del pecado; en María, la del mérito. Eva nos perjudicó dándonos la muerte; María nos favoreció devolviéndonos la vida”. (San Agustín)

“Lo que más cuenta; lo que es más metódicamente cultivado, salvaguardado y desarrollado es precisamente la vida interior; vida de oración y combate espiritual bajo la mirada de la Inmaculada: vida de obediencia y humildad, según el ejemplo de la Esclava del Señor; vida de alegría y caridad en el espíritu del magnificat y de la visitación”. (Pío XII)

 

VIÑA:

 

“Floreció luego María, nueva viña en sustitución de la antigua, y en ella habitó Cristo la nueva vida”. (San Efrén)

 

VIRGEN:

 

San Ildefonso (607-667), en su obra la Virginidad Perpetua de Santa María, en una de sus partes, al inicio, en forma admirable escribe: “Por divino obsequio, por divino favor, por colación divina, por divino hallazgo, por don divino, por divino consentimiento, por nueva obra, por eficacia divina, por nuevo modo, por nuevo efecto, por nuevo parto, virgen con la concepción, virgen después de la concepción, virgen durante el parto, virgen en el parto, virgen con el parto, virgen después del parto. Virgen con el que había de nacer, virgen con el que nace, virgen después del nacimiento del Hijo. Llamada esposa y virgen, tomada como esposa y virgen, tenida como esposa y virgen, con esposo y con descendencia virgen perdurable. Nunca conociste varón, ni contacto carnal, ni abrazo, ni compañía marital. Y entonces ciertamente, entonces sin duda alguna, con verdad y veracidad eres virgen santa, virgen feliz, gloriosa y honesta virgen”.

 

“Una virgen, un madero y la muerte fueron el signo de nuestra derrota. Eva era Virgen, porque no había conocido varón; el madero era un árbol; la muerte, el castigo de Adán. Mas he aquí que de nuevo una Virgen, un madero y la muerte, antes signo de derrota, se convierten ahora en signo de victoria. En lugar de Eva está María; en lugar del árbol de la ciencia del bien y del mal, el árbol de la cruz; en lugar de la muerte de Adán, la muerte de Cristo”. (San Juan Crisóstomo) 

 

“Una virgen hizo que fuéramos echados fuera del paraíso y, por medio de una Virgen hemos hallado la vida eterna”. (San Juan Crisóstomo)

 

“Así engalanada con las joyas de estas virtudes, resplandeciente con la doble hermosura de su alma y de su cuerpo, conocida en los cielos por su belleza y atractivo, la Virgen regia atrajo sobre sí las miradas de los que allí habitan, hasta el punto de enamorar al mismo Rey y de hacer venir al mensajero celestial. Fue enviado el ángel, dice el Evangelio, a la Virgen. Virgen en su cuerpo, Virgen en su alma, Virgen por su decisión, Virgen, finalmente tal cual la describe el apóstol, Santa en el cuerpo y en el alma; no hallada recientemente y por casualidad sino elegida desde la eternidad, predestinada y preparada por el Altísimo para él mismo, guardada por los ángeles, designada anticipadamente por los padres antiguos, prometida por los profetas”. (San Bernardo)

 

VIRGINIDAD:

 

“Por ella comenzó a existir la virginidad”. (San Atanasio)

 


 

VIRTUDES:

 

“Las virtudes de Nuestra Madre Santísima son: su humildad profunda, su fe viva, su obediencia ciega, su pureza divina y su oración continua”. (San Luis María Grignión de Montfort)

“Ella poseyó las excelencias de todos los santos. En Ella se encuentra la paciencia de Job, la mansedumbre de Moisés, la fe de Abraham, la castidad de José, la humildad de David, la sabiduría de Salomón, el celo de Elías”. (Santo Tomás de Villanueva)

“El Supremo Artista del Cielo juntó en una sola alma, la de la Santísima Virgen, las virtudes de todos los Santos”. (Santo Tomás de Villanueva)

“Brillaba tanto la gracia y la modestia en la Santísima Virgen, que inspiraba reverencia y devoción en cuantos tenían la dicha de verla”. (San Vicente de Paúl)

“Pinta con los más vivos colores de la imaginación una Virgen purísima, prudentísima, hermosísima, devotísima, humildísima, mansísima, graciosísima, santísima, adornada de toda suerte de virtudes, enriquecida con los más preciosos carismas, y por todo ello, gratísima al Señor. Acumula cuantas perfecciones puedas en esa criatura admirable, que mucho mayor y más excelente es la celestial Virgen María”. (Santo Tomás de Villanueva)

“La Virgen es hermosa por su humildad, amiga por su caridad, suave por su contemplación, encantadora por su virginidad,  como la Jerusalén celestial, en la que habita Dios, y su habitación es virginal”. (San Antonio de Padua)

Fray Luis de Granada en 1554 escribió un libro titulado Libro de la Oración y la meditación, “que remueve el alma”, según expresiones vertidas por uno de los estudiosos de su obra. En una de sus partes, dirigiéndose a la Virgen le dice: “¡Oh Señora de los ángeles, Reina del cielo, puerta del paraíso, abogada del mundo, refugio de los pecadores, salud de los justos, alegría de los santos, maestra de las virtudes, espejo de limpieza, dechado de paciencia y de toda perfección”.

 

VISIONES:

 

Cuando en Maitines de la Anunciación del Señor cantaban el invitatorio: Ave María, Santa Gertrudis tuvo una visión: “Vio salir tres caudalosos ríos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y bañar el corazón de la Virgen. Y, por este influjo de la Santísima Trinidad. Le venía a la Virgen el privilegio de ser la más poderosa, después del Padre; la más sabia, después del Hijo y la más benigna, después del Espíritu Santo”.

 

VISITA:

 

“Los favores de María no se limitan a un lugar (peregrinaciones a su sepulcro). Muy pocos serían entonces los beneficiarios de sus dones divinos. Antes bien, en todas las partes del mundo, generosamente, ella se da. Dispongamos, pues, nuestras memorias como permanencia escogida para la Virgen. ¿Cómo hacerlo? Ella se entristece por cualquier vicio y se alegra por cualquier virtud (...) tanto, si combatimos resueltamente el vicio, si cultivamos celosamente las virtudes y las hacemos compañeras nuestras, María visitará a menudo a sus fieles servidores aportando con ella todos los bienes con Cristo su Hijo, rey y dueño de todas las cosas que permanece en nuestros corazones”. (San Juan Damasceno)

 

VOCACIÓN:

 

“La Virgen María ayuda mucho con respecto a la vocación; y el que de por sí solo hace poco, con el auxilio de María, hace mucho”. (San Juan Bosco)

 

VOLUNTAD DE DIOS:

 

“El medio más seguro de conocer la voluntad del Señor es pedírselo a nuestra buena Madre”. (San Juan María Vianney)

 

VOTO DE VIRGINIDAD:

 

Oración: “Oh beatísima y Santísima Virgen, que fuiste la primera entre todas las mujeres en consagrar con voto perpetuo tu virginidad a Dios, y por esto te concedió ser Madre  de su unigénito Hijo. Pido a tu inefable piedad que no teniendo en cuenta mis pecados y defectos te dignes concederme gracia tan grande”. (Santa Catalina de Siena)

ZENIT:

 

Para cerrar este último capítulo, he considerado conveniente dar a conocer una revelación que recibió  una de las místicas más extraordinarias de nuestros tiempos, la italiana María Valtorta, a quién Jesús le confió estas palabras: “No  puede haber ya una segunda redención llevada a cabo por Mí, Cristo. Mas si puede haber otra, gloriosa, por medio de María, para salvar de las redes infernales a un gran número de almas: en el culto de María estriba el secreto de la postrera Redención”.


 

[1] Fundador de las escuelas Pías-Escolapios, fueron reconocidas como Congregación religiosa en 1617.

[2] María Valtorta (1897-1961), una de las grandes místicas que ha tenido la iglesia. Perteneció a la Tercera Orden de los Siervos de María. Su principal obra es El Poema del Hombre Dios en 10 volúmenes. Roschini hizo un excepcional estudio de esta obra, desentrañando todos los escritos y temas referentes a la Virgen. Trabajo que realizó, para dictar un curso en la Pontificia Facultad Teológica “Marianum”de Roma, del que fue su fundador y director durante 15 años. Estos apuntes posteriormente se publicaron en su libro LA SANTÍSÍMA VIRGEN EN LOS ESCRITOS DE MARIA VALTORTA.

[3] San Claudio de la Colombiére, sacerdote jesuita, nació en San Sinforiano de Ozón-Francia. “Siervo fiel y amigo del Corazón de Jesús”, fue escogido por el Señor, junto a Santa Margarita María Alacoque para propagar y establecer esta devoción. Murió el 15 de febrero de 1682. Fue beatificado por el Papa Pío XII en 1929, y canonizado por el Papa Juan Pablo II el 31 de mayo de 1992.    

[4] Esta expresión TODO TUYO referida a la Virgen María, fue adoptada por San Luis María Grignion de Montfort, pero en realidad le pertenece a San Buenaventura: Soy todo tuyo y cuanto tengo es tuyo

[5] La fiesta de María Reina fue instituida por S.S. Pío XII en 1954.

[6] El Dr. Plinio Correa de Oliveira nació el 13 de diciembre de 1908 en Sao Paulo-Brasil. Fue el fundador de las Sociedades de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad. Mariano consumado. Fue un tierno y devoto propagador del amor a la Virgen. Murió el 3 de octubre de 1995.